Tratada a tiempo, se cura. Nuevos fármacos disponibles en el país desde 2015 eliminan el virus de esta enfermedad en más del 95% de los casos. El Estado los provee gratis y las obras sociales están obligadas a hacerlo.
Si bien no hay estadísticas precisas a nivel nacional, se estima que el dos por ciento de la población tiene hepatitis C, dato que se extrapola y se aplica a la provincia de Santa Fe, según Marcela Sixto, jefa de la sección de Hepatología del hospital Cullen y delegada en la ciudad de Santa Fe de la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (AAEEH).
Como se trata de una enfermedad que tiende a cronificarse, de síntomas difusos, o en la mayoría de los casos asintomática, no es frecuente que en los controles clínicos de rutina se pidan análisis específicos para estudiar las hepatitis virales, por eso no todos los que las padecen lo saben, y cuando se enteran, puede ser ya demasiado tarde.
Así, el consejo fundamental de Sixto es que tanto las personas como los profesionales pidan y prescriban un análisis de sangre para saber si tienen hepatitis B o C, aunque sea una sola vez en la vida.
Lo esperanzador es que, actualmente, hay cuatro medicamentos orales contra la hepatitis C que la curan, y los provee de manera gratuita a personas sin obra social el Programa Nacional de Hepatitis Virales: el sofosbuvir, el daclatasvir, simeprevir, y otro compuesto llamado 3 D (que contiene ombitasvir, paritaprevir, ritonavir y dasabuvir).
«Luego del tratamiento de tres meses –o seis según el caso– con alguno de estos medicamentos y según prescripción estricta del especialista, la hepatitis C se cura. Sí: se cura. Esto se determina con un análisis luego de concluida la ingesta de los antivirales, y a los tres meses posteriores, si el virus no se detecta en sangre, podemos decir que la persona tuvo una «respuesta viral sostenida», es decir que se curó», sintetizó con entusiasmo Sixto.
El año pasado Salud de la Nación compró 1.200 de estos nuevos y altamente efectivos tratamientos para la hepatitis C, destinado a personas sin obra social, y por única vez a los que también tenían, pero que se encontraban cursando la enfermedad en estadio avanzado, en situación de urgencia.
Todo esto generó mayor entusiasmo y abrió esperanzas definitivas porque la enfermedad se hizo más curable: casi en el 96 por ciento de los casos en los que se recibe el nuevo tratamiento en tiempo y forma, contra un 50 por ciento, o menos, en comparación con los abordajes anteriores.
Además, con la ventaja hoy de ser su administración oral y no ya inyectable, con muchísimas menos complicaciones, efectos adversos, y bajando los tiempos de sometimientos a los mismos que antes eran, en muchos casos, de un año. Ahora van de tres a seis meses.
Desde 2015
En noviembre de 2015 se reunieron representantes de la AAEEH, de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi) y el Programa Nacional de Control de las Hepatitis Virales (PNCHV), entre otras instituciones con el objetivo de unificar criterios de tratamiento con esquemas libres de interferón (IFN) para las personas con hepatitis C crónica en la Argentina.
Si bien todas las personas con hepatitis C son candidatas a recibir tratamiento, en esta primera etapa de incorporación de las nuevas drogas en Argentina, y al igual que en la mayoría de los países del mundo, se definieron criterios de priorización de pacientes y esquemas de tratamiento.
Estos criterios se actualizarán en función de las circunstancias locales y disponibilidad de nuevas drogas que se presenten, a través de reuniones periódicas del comité asesor del PNCHV.
Más calidad de vida y mejor salud
Diario UNO entrevistó también a María Eugenia de Feo Moyano, presidenta a nivel nacional de la Fundación HCV Sin Fronteras, cuya misión es «mejorar la salud de las personas y la calidad de vida de aquellas con enfermedades crónicas», según puede leerse en www.hcvsinfronteras.org.ar.
Allí también explican: «Actualmente desarrollamos diversos proyectos y la mayor parte de ellos están enfocados hacia las hepatitis virales. Trabajamos para llegar cada día a más gente afectada por ellas, especialmente crónicas como la hepatitis B o hepatitis C».
—De Feo Moyano, ¿cuántas personas afectadas por hepatitis C hay aproximadamente en el país?
—Se estima que 600 mil podrían tenerla y que la mayoría aún no lo sabe.
—¿Cuáles son los últimos fármacos disponibles en el país y qué posibilidades de acceso tienen las personas con HC?
—Los antivirales de acción directa (AAD) son los tratamientos actuales para tratar la hepatitis C. Son en pastillas, tienen una alta efectividad, se cumplen durante algunas semanas y presentan pocos efectos adversos; lo cual es un gran hallazgo de la ciencia comparado con los tratamientos anteriores, que eran muy largos, con inyecciones semanales, muchos efectos adversos y con una efectividad del 50 por ciento aproximadamente.
—¿Cómo se accede a ello?
—Las personas sin cobertura de salud tienen acceso gratuito a estos nuevos tratamientos, ya que los otorga el Programa Nacional para el Control de las Hepatitis que desde el año 2012 funciona en todo el país. Las dificultades de acceso a los nuevos fármacos se presentan en general en las obras sociales porque, al ser costosos (puede alcanzar los 84 mil dólares el tratamiento completo de 12 a 24 semanas), retrasan las autorizaciones. Incluso algunas obras sociales provinciales solo cubren el 50 por ciento del tratamiento, lo cual es muy grave ya que hoy cuestan muchísimo dinero y el afiliado no puede afrontar el 50 por ciento restante.
Prejuicios y desinformación
—¿Qué problemas afrontan los pacientes en lo físico y también en otros aspectos: sociales, laborales, dificultad de acceso al tratamiento en tiempo y forma, entre otros?
—Al ser una enfermedad generalmente asintomática, es habitual que se detecte la hepatitis C en forma casual (cuando alguien va a donar sangre) o bien cuando ya hay síntomas evidentes de un hígado dañado (cirrosis). Los problemas físicos al detectar la enfermedad en un estadio avanzado repercuten altamente en la calidad de vida de la persona, se siente muy cansada, generalmente más irritable, con temores y dudas sobre cómo será el curso de la enfermedad.
«Si bien es más conocida que hace 10 años –aseguró De Feo Moyano–, igualmente es una patología que no toda la sociedad conoce. Cuando una persona dice a su entorno que tiene hepatitis C suele vivir situaciones muy angustiantes o discriminatorias: piensan que no pueden compartir un mate porque se van a contagiar o que la persona tiene problemas de adicciones. Mitos que nada tienen que ver con la realidad».
Luego, recordó que la hepatitis C no se trasmite por compartir mates y que cualquier persona puede haber estado en riesgo de adquirir hepatitis C; en Argentina recién en el año 1992 se comienza a controlar la sangre que no contenga el virus C.
Diario UNO