Una tipificación que valore el producto por sobre la res permitiría ganar hasta 120 kilos más por animal, sin perder calidad.
La ganadería argentina enfrenta el desafío de expandir la actividad global y, en ese contexto, aumentar la producción individual es un factor clave para satisfacer la demanda doméstica y estratégico para mejorar la oferta internacional. El INTA, junto con la Secretaría de Ganadería del Ministerio de Agroindustria de la Nación, presentará una propuesta de modificación del sistema que se emplea para tipificar las reses y la carne, durante la 9ª Jornada de Actualización en Genética Bovina, el 22 de julio, en la Exposición Rural de Palermo.
Como consecuencia de un sistema que califica a los bovinos según el grado de engrasamiento –o cobertura–, la categoría animal –vinculada con la edad y el peso– y la conformación, el negocio de la carne se fue hacia reses más chicas. Aníbal Pordomingo, coordinador del Programa Nacional de Producción Animal del INTA, planteó: “Estamos faenando animales muy pequeños en edad pero, a su vez, de muy bajo peso y pretendiendo vender la calidad a través de una categoría muy joven”.
Según el especialista, esos parámetros están contextualizados “en un sistema pastoril, donde la energía está condicionada por la calidad del pasto”. En cambio, en los planteos que actualmente se encuentran en expansión, “con mayor uso de grano y mayor intensificación, no necesariamente estas correlaciones son reales”, expresó.
En la vaquillona, por caso, generalmente se faenan animales de 320 a 350 kilos, porque si los supera, pasa a la categoría de vaca, donde el precio de mercado es menor. Sin embargo, en los sistemas de alimentación actuales, la carne de una hembra de 420 a 450 kilos, tiene la misma calidad o mejor que la de un novillito. “En esa categoría, por ejemplo, se podrían producir 100 a 150 kilos más de carne, como hace el resto del mundo, por encima de lo que se produce actualmente y con el novillito a novillo, lo mismo”, precisó el especialista.
Como la tipificación actual no premia al ganadero por producir más por animal, éste se destina a la faena con menor peso y, así, se pierde la oportunidad de vender más kilos. “Podemos producir posiblemente 30 o 40 % más de carne en el país con un sistema que no castigue a animales 100 kilos más pesados en todas las categorías”, indicó.
La alimentación cambió los paradigmas que le dan estructura al sistema de tipificación de reses y carne vigente en la Argentina. En este sentido, Pordomingo consideró que “no ha sido de utilidad para valorar objetivamente por calidad, ni para educar al consumidor sobre las características de la carne emergente de los sistemas de producción actuales”, ya que “se basa en mirar al animal desde su conformación”.