El vicegobernador fue sumamente crítico con el acercamiento al PRO que tuvieron el intendente de Santa Fe y el diputado nacional.
La creciente sintonía entre dirigentes de la UCR y del PRO sigue sacudiendo el tablero político santafesino. Esta vez, fue el vicegobernador Carlos Fascendini, también radical, quien sorprendió con la virulencia de su posicionamiento. «Si con tanto tiempo antes (esos sectores del centenario partido) tienen la seguridad de ir con Cambiemos, creo que toda la banda de (el intendente de Santa Fe) José Corral y de (el diputado nacional) Mario Barletta debería dejar los lugares que está ocupando en el gobierno provincial antes que los echen… Que los echemos (del Frente Progresista, FPCyS)», enfatizó.
Lo cierto es que después de los dichos del vicegobernador, las disidencias en el radicalismo ya no podrán considerarse tales sino una pelea lisa y llana en un estilo del todo incompatible con la investidura de los protagonistas.
El nuevo round es en respuesta a la conformación, la semana pasada, de la Mesa Cambiemos Santa Fe. Un desabrido acto realizado en Buenos Aires que no habría logrado más que los pocos espacios que ganó de no mediar la reacción de Fascendini. Los socialistas, agradecidos.
El vicegobernador hundió el cuchillo sin anestesia, cuando en el programa de televisión santafesino Hablemos de Política le dijeron que el PRO cedería a Corral la candidatura a gobernador en 2019.
Sorprendido, dijo no conocer la noticia. Pero no pudo contener su enojo y se despachó con una frase (ni los socialistas se animaron a tanto) que pone la interna radical en un punto de desbaratar todos los esfuerzos que —hasta ahora— venían siendo exitosos por conservar su doble estatus de socios de Cambiemos, en la Nación, y del Frente Progresista en la provincia.
«Tenemos un compromiso con el FPCyS que implica gobernar y cumplir un programa. Si con tanto tiempo antes los radicales del MAR y del Grupo Universidad tienen la seguridad de ir con Cambiemos, creo que toda la banda de Corral y de Barletta debería dejar los lugares que está ocupando en el gobierno provincial antes que los echen… Que los echemos», descerrajó el segundo de Miguel Lifschitz.
Lejos de cosechar adhesiones, esas declaraciones produjeron enojos entre los radicales de uno y otro sector porque lo entendieron colgando la ropa sucia en el balcón. Sólo Barletta salió a responderle. Todos los dirigentes de la UCR consultados por La Capital prefirieron no hablar, al menos públicamente, al respecto.
De hecho, Corral, quien también es presidente del comité nacional de la UCR y, supuestamente, podría ser el único candidato a gobernador en Santa Fe de Cambiemos, eludió entrar en la confrontación.
Corral les recuerda a los suyos que su papel de conducción partidaria lo obliga a cumplir lo resuelto por la convención nacional de Gualeguaychú, que decidió ir en el país en alianza con el PRO y dejó a los distritos en libertad de acción.
Estrategia
Por eso es que Corral busca no hacer olas. El doble estatus le permitiría surfear el año próximo sin sobresaltos. La elección legislativa nacional, en la que la UCR santafesina irá con Cambiemos, será en fecha diferente a la local, en la que integrarán las listas con el Frente Progresista.
Lifschitz viene siendo, hasta ahora, el mejor aliado que Corral encontró en esa estrategia y cada vez que habló de la cuestión no sólo bajó el tono sino que dio a entender que no retaceará su buena voluntad para hacer llevadera la situación.
«Si no hubiera existido esa foto (de la conformación de la Mesa Cambiemos Santa Fe) podríamos decir que el Frente Progresista pasa por un gran momento en la provincia en cuanto a las relaciones políticas y al trabajo interno en el gobierno. Sin embargo, no podemos negar que existe una dualidad (del radicalismo) y que hay una doble relación de un sector importante de la UCR. La idea es poder administrar esas tensiones», evaluó día atrás.
En el PRO fueron más insidiosos e insistentes en que los radicales se definan por un lado u otro del mostrador, pero tampoco sobrepasara el límite de alguna que otra esporádica expresión pública de alguno de sus legisladores.
Ninguno cargó tan duro como Fascendini, quien insultó a sus correligionarios al tratarlos de «bandidos» que se quedaron con espacios que le corresponden al Frente Progresista.
La réplica
Barletta, en tanto, justificó en ello su decisión de responder a Fascendini. «Todos conocemos que es temperamental, como cuando acusó a los senadores provinciales de querer cogobernar y obligó a Lifschitz a enviar a (el ministro de Gobierno) Pablo Farías para evitar que se le incendiara la Cámara alta y se quedara sin una ley de endeudamiento», dijo a este diario.
Al respecto, agregó: «(Fascendini) Nos está diciendo bandidos, y eso no se puede justificar ni en un arrebato de verborragia. Es inapropiado del todo como mensaje, además de constituir una profunda falta de respeto que viola las más elementales formas de trato educado que debe dispensarse tanto a aquellos con quienes se coincide como con los que se disiente».
Barletta lamentó «el mensaje que se da al conjunto social desde la segunda autoridad más importante de la provincia y frente a los esfuerzos que se hacen en el país para restituir el diálogo y el respeto al disenso».
«Queremos creer que no pensó claramente en el momento en que lo dijo y que no tardará en aclarar sus palabras, disculpándose por los insultos que importaron», indicó.
En tanto, a través de su cuenta en Twitter, Martín Rosúa (concejal rosarino y referente del MAR) replicó a Fascendini: «Los funcionarios que la UCR tiene en el gobierno provincial representan un acuerdo político. No son sus empleados».