El nivel de referencia pasó de 24,75% a 26,25% anual. Podría acentuar la caída del dólar e impactar negativamente en la actividad
La persistencia de altos niveles de inflación en los últimos meses, luego del 2,4% registrado en marzo que informó el Indec, llevó al Banco Central a actuar agresivamente. La entidad que preside Federico Sturzenegger subió 150 puntos básicos la tasa de interés que utiliza como referencia, que pasó de 24,75% a 26,25% anual.
Se trata del primer incremento desde que la entidad monetaria definió el «corredor de pases» a principios de año. Si bien se esperaba una señal de Sturzenegger ante las evidencias del incremento inflacionario, el movimiento fue mucho mayor que lo pronosticado por la mayor parte del mercado.
En su comunicado de política monetaria, el Banco Central explicó algunos motivos que lo llevaron a decidir un incremento de las tasas. Estas fueron las principales consideraciones:
1. Al igual que febrero se observó una incidencia importante, aunque no exclusiva, de los precios regulados (por ejemplo tarifas).
2. Con respecto a la medición de febrero las expectativas de inflación para 2017 aumentaron de 20,8% a 21,2% para el nivel general y de 18,5% a 18,7% para la inflación núcleo.
3. El Banco Central preveía cierta aceleración de la inflación tras el registro bajo de enero. Pero se sumaron a ese factor una incidencia importante de rubros volátiles como alimentos frescos y educación.
4. La inflación podría continuar en un nivel más alto que el compatible con el sendero establecido por la autoridad monetaria.
5. La inflación núcleo del IPC en los últimos 9 meses ha oscilado entre 1,3% y 1,9%, valores que el BCRA considera elevado.
El aumento de la inflación en alimentos habría sido clave para que la autoridad monetaria decidiera subir las tasas por encima de lo previsto por el mercado.
En otras palabras, según la visión del BCRA el repunte inflacionario no sólo se produjo por el aumento de tarifas como se suponía inicialmente, sino también de otros rubros claves como alimentos. El desafío por lo tanto es atacar ese repunte de los precios, tras el repunte observado en los primeros meses del año.
Al mismo tiempo, también se dio una señal contundente de independencia del Banco Central, que decidió el aumento de tasas a pesar de las presiones por la caída del dólar y la urgencia para reactivar la actividad económica. En este caso quedó claro que se privilegió la lucha contra la inflación más allá de otras necesidades que presenta la política económica.
Con el alza de las tasas de interés la autoridad monetaria apunta a absorber más pesos del mercado a través de la herramienta de pases pasivos.
Pero semejante movimiento conlleva también riesgos. Uno de ellos es que la actividad económica se vea impactada negativamente, en particular por un repunte del consumo que demora en llegar. Y por otra parte con tasas tan altas en pesos se acentuaría la tendencia al atraso cambiario, ya que para los inversores extranjeros los rendimientos en moneda local se vuelven cada vez más atractivos.
«El Banco Central seguirá manteniendo un claro sesgo antiinflacionario para asegurar que el proceso de desinflación continúe hacia su objetivo de una inflación entre 12% y 17% durante 2017», destacó el comunicado difundido por la entidad. Sin embargo, esa meta se vuelve cada vez más complicada de alcanzar, ya que implicaría una inflación menor al 1% mensual en promedio hasta fin de año.