Juan José Aranguren asegura que el gobierno nacional está empeñado en conseguir inversiones privadas para aumentar la producción y, de ese modo, evitar la pérdida de seguridad energética. También que la «recuperación» de las tarifas, acercándose a los valores presuntamente reales de costos (que calculan las empresas y la Casa Rosada avala), constituyen una de las patas imprescindibles porque, de lo contrario, «nadie invierte».
En una extensa entrevista con La Capital y otros medios nacionales, tras la gira por Asia junto al presidente Mauricio Macri, el ministro de Energía vuelve a defender el polémico sistema de adjudicación directa de grandes proyectos en inversión hidroeléctrica (Santa Cruz), de energías atómica o alternativas, e incluso ferroviaria. Y anuncia que próximamente se emitirá un decreto de necesidad y urgencia (DNU) reglamentando ese régimen para los casos de proyectos «concesionales».
Sobre el debate por la «razonabilidad» en el ajuste tarifario de luz y gas, Aranguren concede: «Es nuestra visión, pero están las elecciones y el voto para determinar si nuestra gestión es correcta o no».
Finalmente, pronostica que por Vaca Muerta se conseguirán entre «15 y 20 mil millones de dólares de inversión por año», pero a partir de 2020.
—Las tarifas de luz y gas continúan siendo más bajas en el área metropolitana de Buenos Aires que en muchas provincias argentinas, ¿por qué?
—Buscamos una armonización de las tarifas a nivel nacional. El costo de generación de energía es igual para todas las provincias. Aunque el costo de distribución (que cobra cada provincia) sí puede variar por la cantidad de usuarios por metro cuadrado, porque se diluye el costo si tenemos muchos usuarios concentrados.
—¿De qué modo se están aplicando los beneficios para empresas electrointensivas, como se negoció con las provincias (Santa Fe) en el inicio de la nueva administración?
—Las empresas electrointensivas que surgen de un listado que confeccionó el Ministerio de Producción de la Nación (unas 350 en todo el país) vienen recibiendo una bonificación de hasta el 20 por ciento en el costo de generación de energía. Ese beneficio se prorrogó con una nueva resolución, continúa vigente. Por lo demás, también existe un beneficio especial para tres grandes empresas ultra electrointensivas (Aluar, entre ellas).
—¿Por qué el gobierno cree que es necesario aumentar tan fuerte las tarifas?
—Tuvimos tarifas artificiales y eso nos puso en riesgo la seguridad energética. Nos aislamos del mundo y provocamos el aumento del precio. Ahora vamos a una etapa en que la energía va a sobrar y la tarifa va a bajar.
—¿Las naftas seguirán aumentando en 2017?
—En los combustibles decidimos ajustar los precios hacia los valores internacionales: de manera gradual. De lo contrario, podíamos generar un colapso social. El ajuste se registra en relación a unas variables, como el precio del crudo a nivel internacional, y tipo de cambio en la Argentina, entre otras. La corrección es trimestral. En el primer trimestre fue a la baja 0,1 por ciento, en el caso de las naftas (2,6 por ciento, a la baja, en el gasoil). A fines de junio se volverá a calcular y lo que resulte se aplicará como se hizo en abril.
—¿Se prevé la continuidad en la importación de gas licuado?
—Bolivia no está inyectando la totalidad del gas que corresponde (por compra de la Argentina, 21 millones de metros cúbicos por día). Hicimos las consultas, pero todavía no tenemos respuesta. De todos modos, no hay peligro de faltante de gas para el invierno porque lo vamos a reemplazar por gas natural licuado. Además, las previsiones meteorológicas para el invierno nos indican una temperatura media de 15 grados, cuando el último invierno tuvimos 11. Hasta ahora, tendremos un invierno más benigno. La importación de cargamentos dependerá de cuándo nos envíe Bolivia y de la temperatura.
—También de la actividad económica, ¿qué previsión tiene?
—La actividad económica del primer trimestre de 2017 terminará cerrando 0,6 por ciento por encima de igual período de 2016. Tenemos la obligación de entregar la energía suficiente para la evolución que tenga la actividad económica. Y también a la demanda residencial, asociada a la sensación de confort.