Se reunió esta tarde la mesa multisectorial Ni Una Menos con referentes del gobierno provincial y de la sociedad civil. Afirman que el problema central está en el tiempo de demora en la toma de denuncia en comisarías. Piden activar en forma más rápida los resortes judiciales.
En el Paraninfo de la UNL se reunieron esta tarde integrantes de la mesa multisectorial Ni Una Menos Santa Fe, el Foro Santa Fe Contra la Trata, funcionarios provinciales, legisladores, referentes de la sociedad civil y decenas de mujeres, muchas jóvenes pero también adultas mayores. La edad no separaba, y el caso Natalia Acosta unía, desde las pancartas con su rostro y su sonrisa: la joven santafesina está desaparecida desde 2009 y ya es una bandera de la lucha (ver Más Abajo).
El encuentro sentó en una misma mesa a todos los involucrados para empezar a definir un protocolo de búsquedas de mujeres que se denuncian como desaparecidas, como modo de anticiparse preventivamente a hechos cuya gravedad hoy se ve a diario en la provincia y el país: primero, la violencia machista doméstica; segundo, un femicidio; tercero, la captación con intención de trata, con fines de esclavitud o explotación sexual.
Pero, ¿qué criterios eje deben tenerse en cuenta para formular un protocolo de estas características? “Primero, hacer una puesta en común del trabajo que hicieron las distintas organizaciones, las cuales hicieron sus propios protocolos con las herramientas que tienen, y cruzar esas experiencias con lo que se viene haciendo desde la esfera estatal (carteras de Seguridad y Derechos Humanos), para establecer un mecanismo protocolizado realmente efectivo”, dijo a El Litoral Carolina Pérez, de la Mesa Ni Una Menos.
Factor tiempo
Agilizar los tiempos (administrativos, investigativos, judiciales) para activar rápido la búsqueda de una mujer de la cual se denuncia su desaparición es otro de esos criterios centrales. El factor tiempo aquí juega un papel clave. “Lo fundamental es el principio de la denuncia. Por lo general la familia va a la comisaría a denunciar una desaparición, ahí encuentra el primer escollo: muchas veces se desestima la denuncia”, dijo otra de las referentes, María Claudia Albornoz.
¿Por qué se desestima? “Porque quien toma la denuncia empieza a pensar: ‘La mujer se fue porque quiso, porque se peleó con la familia o el novio’. El policía muchas veces hace interpretaciones. Pues no: hay que tomar la denuncia y automáticamente empezar a investigar, y ahí entra en juego el papel la justicia”, se explayó.
En este sentido es crucial la intervención expeditiva de la secretaría de Derechos Humanos, y del Ministerio Público de la Acusación (MPA). Es decir, la instancia donde los y las fiscales toman y guían la investigación. Y en este sentido, las horas son cruciales. Si se da un fin de semana, la búsqueda se demora aún más: pueden pasar uno, dos y hasta tres días en las búsquedas”, advirtió Albornoz.
“Nos parece fundamental acortar las horas de búsqueda, y corregir un protocolo oficial donde todo esto empiece a hacerse efectivo, rápido y claro. Ahí está la intervención del Estado y la Justicia”, enfatizó.
“No hay lugar para la duda policial”
Desde el Ministerio de Seguridad habló Rolando Galfrascoli, subsecretario de Investigación Criminal y Policía Especial. Su intervención fue para explicar cómo se busca a personas desaparecidas hoy en la provincia.
En las áreas de investigación se toma conocimiento de las denuncias de desaparición de personas (desde la MPA), pero “el conocimiento primario de una desaparición se toma en las comisarías”. Desde ese momento, “muchas veces el ‘instinto’ o la eventual subestimación policial hace que el funcionario policial que recibe la noticia de una desaparición, dude”.
“Pero queremos ser claros: no hay ninguna normativa provincial que habilite la duda policial. Cuando se da la noticia, los mecanismos de búsqueda indican claramente que hay que proceder a buscar a esa persona. Es decir, seguir la pesquisa, que empieza por las preguntas a la familias o allegados de la desaparecida. Hay que orientar los indicios de esa pesquisa, que deben ser inmediatamente movilizados por el policía hacia el área de investigación judicial correspondiente”.
Por qué el caso Acosta ya es bandera de lucha
Hace dos días se cumplieron 8 años de la desaparición de Natalia Liliana Soledad Acosta, quien fue vista por última vez en la esquina de 25 de Mayo y Suipacha. Con 23 años al momento de su desaparición, en 2009, tiene tez blanca, una estatura de 1,70 metros, cabellos negros largos, ojos marrones y contextura delgada.
“Aún se espera que la Suprema Corte de Justicia de la Nación determine si al hecho de su desaparición lo investiga la justicia provincial o la federal”, luego de que “el expediente vaya de un lado a otro sin avances importantes que ayuden a saber qué pasó con Natalia”, dice un comunicado de la entidad convocante. En el encuentro estaban presentes familiares de la joven desaparecida.
“El caso de Natalia lamentablemente sufrió las contradicciones burocráticas en la organización de la justicia provincial y en paralelo, de la federal. Uno de los focos de conflicto de competencia hicieron que la causa siga esperando por justicia. Es una deuda pendiente de ambos estados, provincial y nacional, sobre el servicio de justicia”, admitió Galfrascoli.