Es necesario silenciar el silencio, ese que duele, que lastima, que trastorna, que mata. El cómplice de un sistema perverso y retrógrado que resuelve con supuestos de viejos paradigmas culpando a la cultura de las atrocidades que se cometen a diario.
No es suficiente con dictar leyes, habilitar líneas telefónicas, botones de pánico, o abrir diversas oficinas que atienden a las víctimas de violencia de género, no alcanza. Es necesario cerrar el círculo y hacer que la justicia actúe, en tiempo y forma, que se realicen tareas preventivas, actividades formativas, que se incorpore a los procesos educativos, el seguimiento, la contención, los tratamientos, en fin, faltan partes importantísimas e irremplazables, cada eslabón cuenta.
Han sucedido avances y retrocesos, es como pensar en un vaivén que no resuelve, porque mientras se dispone de más herramientas, se desvirtúan los procesos y se termina en una mezcla explosiva que no analiza causas ni mide consecuencias y en definitiva el frenesí de la vida nos hace olvidar prontamente un hecho porque aparece uno nuevo; qué hipocresía, y en el medio las víctimas, y en el medio el dolor, el miedo, el desarraigo. Las estadísticas son alarmantes, se comete un femicidio cada 18 horas en nuestro país, sí, esa es la negra estadística de nuestra patria, una mujer muere cada día como consecuencia de la violencia de género.
La involución está a la vista y de todos depende cambiar esa marcha; no te quedes callada, no te quedes callado, tu silencio duele, mata, divide, lastima; ejerce responsablemente tu libertad, no seas cómplice por comodidad.
Las marchas hacen visibles las injusticias y los abusos, son un grito hacia quienes tienen que tomar decisiones, pero las convicciones deben llevarnos más allá, hacia la resolución de cada caso, hacia la creación de un espacio, una cultura, un lugar de encuentro que nos contenga a todas, desde donde se puedan intentar formas y normas de convivencia que destierre la violencia de cualquier tipo y con especial atención sobre la violencia de género.
Hoy nos convocamos y marchamos, encendiendo la luz del colectivo “NI UNA MENOS”, el país se moviliza, el sentido común indica que esa luz no se debe apagar, que el encuentro de hoy refuerza nuestras convicciones, recarga nuestras energías, visualiza nuestros reclamos pero que mañana ese colectivo debe seguir marchando y así cada día, aunque no estemos manifestándonos en las calles o en algún lugar específico, el lugar específico es cada rincón de este país, cada hogar, cada institución, cada espacio de grupo, cada equipo de trabajo, cada expresión artística y cultural, porque allí se debe realizar la siembra, pensando en las soluciones endógenas, esas que movilizan cuerpo, mente y espíritu hacia una vida digna, de respeto mutuo, generadoras de espacios apropiados para la sana convivencia.
Consejo de la Mujer