Pese a que la víctima cuenta que la agarró del pelo y la intentó tirar por la escalera, el Fiscal entendió que solo se trató de lastimaduras menores.
Nicolás Cosme, de 29 años, está en libertad luego de haber desfigurado a la personal trainer Fedra Feresín. Luego del violento hecho el fiscal entendió que la calificación de la causa es por «lesiones leves agravadas por el vínculo» por lo que se trata de un delito tan menor que ni siquiera amerita que esté detenido.
Solo pasó un par de horas demorado y luego recuperó la libertad. Es que la fiscalía entendió que agarrarla de los pelos e intentar tirarla por la escalera no es más que un acto particular dentro del hecho violento y no entendió que tranquilamente podría tratarse de una tentativa de homicidio.
Sin importar de quien se trate, pese a que la justicia siempre corre la venda para ver quien es el juzgado, tampoco la justicia se ocupa de las víctimas más allá de lo visual. En este caso la desfiguró, pero como no le rompió ningún hueso son lesiones leves. Ahora cabe preguntarse si las lesiones psicológicas no deben ser tenidas en cuenta. ¿Es que acaso Fedra (o cualquier otra víctima) se recupera del trauma antes de los 30 días?
Es que el poder judicial, al igual que el legislativo, es un mundo machista y pocas veces se preocupan realmente de lo importante, a menos que reviente el caso en los medios de comunicación o en la comunidad. A menos que existan decenas de personas protestando en la vereda de tribunales, los casos pasan desapercibidos y con suerte suman números estadísticos en el derrotero de algún archivo judicial.
¿Alguien se ocupará de tipificar si los daños psicológicos producidos por estos animales salvajes son meritorios de aplicaciones de penas o solo debemos ceñirnos de la sangre que se derrama hasta que las heridas cutáneas desaparecen?
Este lunes el Fiscal Rodrigo González imputará el leve delito a quien atacó violentamente a su pareja. Seguirá en libertad porque no parece que haya intención de cambiar su situación personal. No se le puede pedir a un fiscal, que entiende que romperle la cara a tu pareja es un delito menor, que cambie de opinión de un día para el otro. Lo que habrá que hacer es demostrar que así la realidad no cambiará.