Guerra entre bandas: la tercera muerte en 48 horas. Jonatan, de 28 años, había ido con su novia a visitarlos y al salir fue cercado por los ocupantes de una camioneta blanca. La joven salió ilesa.
Los sicarios se acercaron a la joven que temblaba al lado de su novio acribillado a balazos adentro del Audi negro y le dijeron: «Te dejamos viva para que cuentes bien qué pasó». Era la culminación verbal de la emboscada a balazos a la salida de la cárcel de Piñero que terminó con la vida de Jonatan Daniel Funes.
Fue un capítulo más de la guerra de brutales venganzas en la que contienden dos grupos delictivos con una ferocidad que en la zona de Rosario no se advertía por lo menos desde hace casi cinco años. Mañana se cumple un mes de que un hermano de la víctima de ayer, Ulises Funes, fuera exterminado a disparos en Garay al 1400. Otros dos hermanos de ambos están presos acusados por distintos asesinatos recientes y otros delitos.
Como en toda la secuencia reciente de hechos de sangre que caracteriza esta disputa estos incidentes letales parecían estar anunciados. Fuentes judiciales señalaron que la semana pasada Jorge Funes, padre de este grupo de jóvenes, denunció que dos vehículos lo siguieron cuando salía de la cárcel de Piñero luego de haber visitado a sus hijos Lautaro y Alan. Funes padre sostuvo en su denuncia que los vehículos eran dos Ford EcoSport, una blanca y una negra. Voceros de la investigación dieron cuenta ayer de la participación de una EcoSport blanca en el crimen de Jonatan.
Estas refriegas sangrientas son atribuidas por fuentes del Ministerio Público de la Acusación (MPA) y Policía de Investigaciones (PDI) al choque entre dos grupos de la zona sudeste, los Caminos y los Funes, por cuestiones que entremezclan tráfico de drogas, revanchas familiares y conflictos múltiples (ver aparte página 37).
El atentado de ayer fue precedido por otro que el sábado se cobró las vidas de Jorge Selerpe, tío de la novia de Alan Funes, y Dante Ismael Gago (ver página 37). Pero hace cuatro meses despunta otro matanza que se concretó en el mismo lugar que donde ayer mataron a Jonatan. Fue el 11 de noviembre pasado frente a la cárcel de Piñero donde mataron a tres personas desde una camioneta o vehículo monovolumen blanco. En ese incidente la víctima buscada era un recluso llamado Javier Gaitán al que los investigadores consideran allegado a los Funes.
Fuentes de la investigación indicaron que desde el crimen de Ulises Funes del 7 de enero pasado está bajo sospecha un joven de la zona sur al que apodan «Cable». Ayer voceros policiales volvieron a invocar ese sobrenombre como alguien implicado en el homicidio de ayer.
Al mediodía
Jonatan Funes, de 28 años y sin antecedentes penales según fuentes consultadas por este diario, fue asesinado a las 14.10 de ayer cuando salía de visitar a sus hermanos en la cárcel de Piñero. Allí están alojados en un sector de resguardo, separados del resto de la población carcelaria y con días de visitas diferenciados, Lautaro «Lamparita» Funes, de 23 años, preso como jefe de una asociación ilícita y, entre otros delitos, dos homicidios; y su medio hermano Alan, de 19 años, detenido recientemente cuando dormía junto a su novia en un Fonavi de barrio Itatí. A Alan lo acusan de integrar junto con su hermano la banda llamada «Los Miserables» y como autor del crimen de Marcela Díaz, hermana de su enemigo Ariel «Tubi» Segovia, un aliado de los Caminos (ver página 37).
Bajo un sol abrasador, Jonatan salía de la cárcel con su novia en un Audi negro patente IIW 402. Iba por la mano este de la ruta 14 en dirección a Rosario cuando, al llegar al cruce con la A-012, un vehículo que según fuentes policiales era una Ford EcoSport blanca le interrumpió el paso. «Se le cruzó otro vehículo desde el cual comenzaron a efectuar disparos», explicó el fiscal de Homicidios Pablo Pinto a los medios tras recorrer la escena del crimen y examinar el auto de la víctima.
El Audi recibió un balazo en el capó. Cercado, Jonatan descendió del auto y comenzó a correr hacia el sur, en dirección a la cárcel, hasta caer atravesado por varios balazos. Quedó tendido a unos diez metros del vehículo. En el lugar los efectivos de la PDI recogieron 16 vainas servidas calibre 9 milímetros. Se desconocía hasta ayer si fueron disparadas por una o más armas.
El joven tenía diez impactos en el cuerpo, la mayoría en la zona del torso. Se esperaba el resultado de la autopsia para precisar la cantidad de disparos e identificar orificios de entrada y salida.
Bronca y dolor
La novia de Jonatan fue la única testigo de lo ocurrido y quedó en el lugar en medio de una crisis de nervios hasta la llegada de los móviles policiales. El auto quedó con las balizas encendidas y así permaneció por horas, mientras los peritos tomaban rastros en el capó y otros efectivos examinaban las puertas y la carrocería.
A la escasa sombra que daba el vehículo y sentada bajo el asiento trasero derecho, la madre de Jonatan no dejaba de llorar y gritar de bronca. «Es mi hijo el que está ahí», decía. «Este también es Funes», le escuchó decir el enjambre de periodistas que permaneció ubicado a distancia de la escena, al otro lado de la ruta.
Cerca de allí, el cuerpo de Jonatan permanecía cubierto por una especie de biombo con la sigla de la PDI y fuertemente custodiado. La novia del muchacho, de short y remera celeste, iba y venía entre el auto y el cuerpo. Detrás, la cárcel se erigía como un mudo telón de fondo.
Junto con la madre y la novia de Jonatan se encontraba un hombre que increpaba exaltado al personal policial: «La semana pasada me llevó la PDI y me pegó», les gritaba. «Todo el mundo sabe que en zona sur te llevás toda la plata de los Cantero, vos y el jefe de Unidad», le dijo a uno de los uniformados en medio de un fuerte entredicho.
En ese clima que se percibía muy tenso, la madre de Jonatan reclamaba que no se tomaran fotos del cuerpo de su hijo y también les gritaba a los policías: «Todo el mundo sabe que dieron 100 lucas por mi hijo, eso cualquiera lo sabe», se escuchó.
Mientras el tránsito fluía por la A-012, un vallado sostenido sobre tres conos rodeaba al auto y una chata policial atravesada sobre la mano oeste de la ruta 14 cortaba el tránsito por esa arteria. Sobre las 16.30 un helicóptero de la PDI sobrevoló la zona.
Tras la llegada del fiscal Pinto los policías retiraron el biombo y el cuerpo de Jonatan quedó expuesto al sol implacable bajo una lona amarilla. Sus familiares se acercaron entonces a hablarle, mirarlo y tocarlo. A un costado quedaron sus zapatillas.