La norma se sancionó con 7 votos del oficialismo y 6 en contra del PJ. Para ello, dos senadores del justicialismo debieron retirarse.
El peronismo, que tiene la mayoría de la Cámara, de manera calculada perdió la votación en el Senado. Sólo con los votos de oficialismo se completó la sanción de la ley de reforma fiscal, que completa lo que comenzó hace 15 días con la ratificación del Consenso Fiscal y la sanción de la Ley Pyme.
La ley impositiva contiene modificaciones de fondo sobre varios tributos, y fue objeto de fuertes críticas aún entre quienes la votaron favorablemente, porque van a converger sobre el valor final del impuesto inmobiliario urbano y rural tanto su actualización respecto de la inflación (de entre un 25 y un 30%) como una nueva valuación de los inmuebles, algo más cercana a la realidad inmobiliaria.
Desde el propio oficialismo, luego de levantar las manos, se pidió “prudencia” a los funcionarios del ministerio de Economía para “no causar graves perjuicios a los contribuyentes”, tanto en el campo como en las ciudades.
Por otra parte, el nuevo esquema fiscal baja de manera substancial el impuesto a los ingresos brutos, tal como se había comprometido Santa Fe ante sus pares y el Estado Nacional. También por efecto de un fallo de la Corte que podía dar lugar a una catarata de juicios contra el Estado provincial, ya no habrá para las empresas que “tributan en extraña jurisdicción” los efectos de “cascada”o de “aduanas interiores” que tantas veces señalaron distintos sectores de la producción.
La sanción de este jueves del Senado se corresponde también con la de la Ley Pyme que completó Diputados y contiene beneficios fiscales bastantes más amplios que los otorgados por la legislación nacional.
Extraña sesión
Para que el Frente Progresista, Cívico y Social pueda tener más votos que el bloque del PJ hicieron falta varios movimientos, demasiado evidentes.
De las 19 bancas del Senado santafesino, 11 son del justicialismo y 8 del FPCyS. Ayer hubo tres ausentes con aviso, con lo que al momento de tratar la norma había en sus bancas 9 senadores peronistas y 7 frentistas.
Primero la mayoría PJ votó el tratamiento y otorgó los dos tercios. Y luego se puso a consideración el proyecto venido de Diputados.
Cuando tomó la palabra el jefe del bloque del oficialismo, Felipe Michlig, para pedir un cuarto intermedio a fin de “aclarar la redacción de un artículo”, pocos le creyeron.
Cuestión de números
Con más o menos condiciones actorales se retiraron del recinto dos senadores del PJ: Joaquín Gramajo y Osvaldo Sosa. De ambos debe decirse que no hubo traiciones sino fidelidades extremas. Su retiro fue el fiel reflejo de las posiciones internas del justicialismo, tal como dijo Armando Traferri (San Lorenzo): “conduzco un bloque que tiene la unidad en la diversidad”.
En el Senado todos sabían que la sesión iba a terminar con la ley lista para ser aplicada y que se hizo lo necesario para que el resultado fuera el esperado. (Para entendidos: ya en la comisión de Presupuesto y Hacienda hubo un dictamen por la mayoría que -contra lo que ocurre normalmente- resultó ser el del oficialismo).
En política, además del resultado el final, importan las formas. El número teatral representado entre las bancas tiene un significado claro: el oficialismo debe cargar en sus espaldas con la sanción de la ley pedida por el gobernador Miguel Lifschitz y la oposición -una vez más- facilita la gobernabilidad.
Por otra parte, había buen clima en el Senado. Esta semana hubo otros argumentos de peso en favor del consenso, según consta en aquellas resoluciones del cuerpo que tienen la firma de todos los jefes de los bloques y fueron votadas por unanimidad. Incluso, en las redes sociales de los senadores puede verse que -después de un par de meses- volvió a tomar impulso el Fondo de Fortalecimiento Institucional.
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