Admitió errores de coordinación entre el equipo económico y el Banco Central, aunque ratificó a sus funcionarios. Le pidió responsabilidad a la oposición para reducir el déficit fiscal.
Dos de sus últimas tres intervenciones habían sido grabadas y prolijamente editadas. La primera, el 8 de mayo, en el recordado mensaje de menos de 2 minutos, en el que anunció que el Gobierno empezaría a negociar un préstamo con el Fondo Monetario Internacional. Tres días después viajó hasta Bragado para reinaugurar un taller ferroviario y mostrarse activo, aunque en su alocución -en vivo, aquella vez- no realizó ningún comentario sobre la corrida cambiaria y la devaluación que ya eran una realidad. El martes, el Presidente eligió Morón para convocar a la oposición a un acuerdo para bajar el déficit. Este miércoles, por fin, el Jefe de Estado volvió a hablar en público y a responder las preguntas de los periodistas.
Sus últimas dos conferencias -sin contar las que brindó durante visitas bilaterales de los presidentes de Rusia, Vladimir Putin; España, Mariano Rajoy; y Chile, Sebastián Piñera- fueron en Misiones, a principios de abril y durante el retiro “espiritual” en Chapadmalal, en febrero. La de este miércoles en Olivos se pergeñó hace 48 horas, cuando el supermartes con vencimientos de Lebacs y la estabilidad del dólar eran un misterio, cuentan cerca del Presidente.
En el medio, bajo presión, los referentes políticos más importantes de Cambiemos salieron a ponerle el cuerpo a la crisis, un término que solo utilizó Elisa Carrió. Cuando Macri subió al estrado de la sala de conferencias de Olivos, 26 minutos después de la hora pautada -las 17- prefirió hablar de “turbulencia cambiaria”, que consideró “superada”, aunque reconoció el nerviosismo.
El Presidente -sin corbata- lució relajado y buscó enviar una señal de tranquilidad. Eligió, al igual que Marcos Peña en su conferencia de la semana pasada en Casa Rosada, frases largas. Solo se aceptarían 8 preguntas. Al final, se transformaron en 9 repartidas en 38 minutos.
Macri no estuvo solo. Los acompañaron varios de sus funcionarios más importantes. En primera fila, a la derecha, se sentaron el jefe de Gabinete Marcos Peña; el fortalecido ministro del Interior, Rogelio Frigerio; el vocero presidencial, Iván Pavlovsky; el secretario de Comunicación Jorge Grecco, y su segundo, Gustavo Gómez Repetto. A la izquierda, se ubicó el secretario General de Presidencia Fernando de Andreis, el secretario de Asuntos Estratégicos Fulvio Pompeo y los vicejefes de Gabinete Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, quien bajó su perfil ostensiblemente desde que la crisis se hizo palpable.
Para los últimos dos fue una de cal y otra de arena. El Presidenteratificó al gabinete económico y asumió su responsabilidad en la toma de decisiones. Por otro lado, aceptó que había faltado coordinación entre los funcionarios del área económica y el Banco Central y le puso fecha al cortocircuito: el 28 de diciembre, el día en que Jefatura de Gabinete ordenó bajar la tasa de referencia del Banco oficial y relajar la meta inflacionaria.
Al titular del Central, Federico Sturnezegger, en cambio, le devolvió la potestad que aquel día había quedó en suspenso. “En términos de meta inflacionaria, en esta nueva etapa vamos a delegar la baja de la inflación en el Banco Central. Un rato antes, el ex diputado del PRO había afirmado sin tapujos que el mercado había cuestionado la política monetaria oficial. Macri, con otras palabras, le dio la razón y reclamó más velocidad.
A la hora de la autocrítica, el Presidente se definió “demasiado optimista” para justificar las viejas metas de inflación. Aunque avisó que a esta altura no cambiará, destacó que el Gobierno no se impondrá metas tan ambiciosas. “La inflación es el objetivo fundamental”, sentenció. Al acuerdo con el FMI lo definió como una «posibilidad para potenciar a los argentinos»
Puso por primera vez en boca suya la nueva convocatoria oficial: el nuevo “Gran Acuerdo Nacional”, término que solo había utilizado Peña. Insistió en que todos -también la oposición más dura que hoy representan las organizaciones sociales, los sindicatos y el kirchnerismo serán convocados- aunque también evocó los bolsos de José López.
El «nuevo GAN» por ahora solo se limitará al Presupuesto 2019. Al Presidente ese horizonte no lo decepciona. Apeló a la responsabilidad de la oposición, a la que endulzó por leyes como la de mercad de capitales, pero ratificó que vetará la ley anti-tarifazo, si el Senado la sanciona.