Miguel Lifschitz. A punto de viajar al sudeste asiático por una semana, el gobernador asegura que mantiene inalterables las expectativas de que su proyecto de modificación de la Constitución avance en Diputados. Igual ya celebra que se haya abierto el debate, aunque reconoce que no se puede estar discutiendo todo el año. «Excusas hay a montones», dijo y se extrañó de que «legisladores de Rosario tengan reparos cuando la autonomía municipal es una bandera de todos». Detalló las obras que se harían si acuerda con la Nación, y opinó del tarifazo y la inseguridad.
¿Se cayó la reforma constitucional?
—No, para nada. Se acaba de aprobar con despacho de mayoría en la primera de las comisiones en la Cámara de Diputados, la de Asuntos Comunales. Es la primera vez en la historia democrática de la provincia de Santa Fe que un proyecto de reforma de la Constitución se comienza a discutir, empieza a tener trámite legislativo. Tenemos expectativas de que el proyecto avance. Nuestra idea es tratar de profundizar el debate. Es importante que se haya abierto un debate acerca de la Constitución, que se hayan expedido los partidos y muchos dirigentes, que se haya pronunciado la sociedad civil a través de sus referentes. Eso es un avance por demás de importante. Estamos en carrera para seguir avanzando.
¿Pero no se agotó el tiempo?
—Algunos plantearon preocupación por los plazos demasiado exiguos. Les hemos contestado que no hay tal urgencia. Obviamente, no tiene sentido plantear tiempos que lleven el debate al año próximo. Eso es una excusa. No nos oponemos a que haya un tiempo necesario para que se debata, se consulte a algún especialista, se busquen dictámenes, se analice el proyecto, se busquen maneras de compatibilizarlo con otros proyectos, como el que ha presentado Luis Rubeo o algún otro legislador. Todo eso nos parece positivo. Siempre dijimos que esto no era un núcleo de coincidencias básicas al estilo del Pacto de Olivos, del acuerdo entre Alfonsín y Menem, sino que era una propuesta abierta que queríamos que se discutiera de frente a la sociedad, que no fuera un acuerdo de cúpulas partidarias. Por lo tanto está abierto a modificaciones, incorporaciones…
Insisto, ¿no era mayo el mes clave para que se aprobara?
—No. El mes de mayo surgió porque alguno lo planteó. No obstante, los tiempos no pueden ser eternos, porque tampoco tendría sentido. No estamos discutiendo la Constitución sino la necesidad de la reforma. No tiene sentido que nos tomemos todo un año para discutirlo. Es un tema remanido, conocido, donde todos han tomado posiciones, que se viene discutiendo desde hace años. Nadie se puede sorprender por esta propuesta. Mientras el tiempo sea el razonable para una discusión legislativa, nos parece adecuado. No tenemos plazos, tenemos tiempo para seguir discutiendo. Se pueden adaptar los calendarios, podemos avanzar un poco sobre el año que viene. Hay variantes en la medida que haya voluntad para avanzar. Y, por lo menos en lo que expresan los partidos y los dirigentes mayoritariamente, hay consenso con la reforma. Después hay matices, tiempos, acuerdo o desacuerdo con la reelección o con algún punto, pero en general hay expresiones de apoyo a la necesidad de la reforma.
Ha repetido que la posibilidad de su reelección no sería un obstáculo para la reforma. Ahora, ¿por qué tendrían que creerle que no va a intentar incluir esa cláusula?
—No hace falta que me crean. Es cuestión de dejarlo establecido, ya sea en la ley de la reforma o dejarlo abierto, como hemos propuesto nosotros, a una Constituyente, que es una decisión soberana del pueblo. En definitiva si hay una idea mayoritaria de los constituyentes en el sentido de que esta nueva Constitución no se pueda aplicar para el actual gobernador, sería muy legítimo que fuera así. O tal vez se imponga una opinión distinta. Insisto, es un tema que tranquilamente puede quedar librado a una decisión de la Constituyente, de los representantes del pueblo. A todos les consta que nosotros no estamos haciendo una campaña por la reelección. No hemos tomado ese tema como un eje de la discusión de la reforma. Por lo cual estamos abiertos a que se debata ese tema también y, de acuerdo a las mayorías, que los partidos definan. No es un tema de blanco o negro para mí.
Hay una opinión instalada en la Legislatura que sostiene que el tema de la reforma tiene más dificultades que las que usted menciona, y que se sigue adelante sólo para mantener la iniciativa política en la última parte de su mandato.
—Creo que excusas hay a montones. Que era difícil sacar la reforma lo sabíamos todos de antemano. Si no, la hubiera sacado cualquiera de los gobernadores anteriores que lo intentaron. Está claro que el Frente Progresista hoy no tiene la mayoría necesaria en las dos Cámaras. O sea que necesariamente esto iba a requerir del apoyo del peronismo. No había otra forma de que avanzara el proyecto sin por lo menos el apoyo de sectores importantes del peronismo. Pero también hay que recordar que muchos dirigentes importantes del peronismo fueron responsables de que los proyectos de reforma no avanzaran durante 24 años en la provincia de Santa Fe. Otros no, porque honestamente están de acuerdo con un proceso de reforma, pero la realidad de la falta de liderazgo, de la fragmentación que hoy tiene el peronismo también dificulta. Así como les dificulta tomar una posición adversa, también les dificulta tomar una posición favorable.
¿Por qué insiste con la reforma?
—No tengo alternativa. Porque desde que inicié mi gestión como intendente de Rosario en 2003, quince años atrás, planteé la autonomía municipal. Fue una bandera de mi gestión como intendente. Se lo planteé con firmeza e insistencia al ex gobernador Obeid, tanto que finalmente terminó presentando un proyecto donde uno de los ejes de la reforma era justamente la autonomía de los municipios. Por lo tanto como gobernador no podía hacer otra cosa que impulsar la reforma y reconocer, entre otras cosas, la autonomía municipal. Es una de la grandes banderas de la ciudad. A mí me extraña que legisladores de esta ciudad no apoyen fervientemente la reforma, o que tengan reparos y dudas respecto de ella cuando es una bandera apoyada unánimemente por todos los sectores de la sociedad rosarina, de ahora y de los últimos veinte años.
¿Advierte que en la gente está instalado el tema de la reforma? ¿No cree que hay preocupaciones más concretas?
—Obviamente que siempre hay temas más cercanos a la realidad de la gente. Los temas legislativos en general suelen estar más lejanos. Y más una ley de leyes como es la Constitución, que es genérica, que establece marcos generales, no apunta a cuestiones concretas. Pero no creo que la gente sea indiferente. Varias encuestas de opinión que hemos leído, algunas que hemos encargado nosotros, pero otras hechas por consultoras privadas, revelan que hay más de un 70 ó 75 por ciento de ciudadanos que están de acuerdo con la reforma. Creo que el tema está instalado en la opinión pública. Desde hace tres o cuatro meses no hay semana que el tema no esté en los medios de comunicación. Creo que la gente se interesa. A mí me ha pasado de encontrarme en eventos, o en la calle, con jóvenes que preguntan por el tema de la reforma. Fuera incluso de la provincia de Santa Fe, no hay lugar donde vaya, a otra provincia o en Buenos Aires, que no me pregunten cómo va la reforma en Santa Fe. Creo que en las próximas semanas se va a ir instalando en la medida que se avance con la discusión.
¿No hay entonces un plazo máximo para ese debate?
—No hay un límite. Obviamente, el tiempo de la razonabilidad. No podemos estar un año discutiendo esto. Pero si es un mes o dos, dentro de lo razonable de una discusión legislativa, no hay que ponerse un corset ni autolimitarse.
—¿Cómo definiría la relación que tiene la provincia con el gobierno nacional? Porque a veces es crítica pero no tanto como para ser un opositor, y otras es amigable, pero no demasiado como para ser un aliado. ¿Da resultados este tipo de vínculo?
—Eso tiene que ver con nuestro posicionamiento político, pero también con una actitud de coherencia con lo que pensamos, con los intereses que representamos, que son los de la provincia de Santa Fe. Siempre lo dijimos, nosotros estamos dispuestos a colaborar, a discutir, a sentarnos en todas las mesas, a conversar todos los temas, siempre desde la perspectiva de la honestidad intelectual, de una perspectiva política que difiere en muchas cosas con el gobierno nacional, y también de un posicionamiento que desde Santa Fe nos obliga a mirar la situación de los trabajadores, de las empresas de Santa Fe, del sector agropecuario, del presupuesto santafesino, de las obras que necesita esta provincia. Tenemos puesta la camiseta de Santa Fe y jugamos desde ese lugar. No especulamos, no hacemos mercadeo políticos ni cambiamos posiciones por obras o recursos. Exigimos los recursos que creemos que nos corresponden y tenemos las posiciones políticas que hay que tener. En ese marco hay una relación institucionalmente correcta.
—¿No se está dilatando demasiado el pago de la deuda que la Nación tiene con Santa Fe?
—Hemos dado unos pasos importantes. Después de haber incorporado esa condición en el consenso fiscal, tuvimos por primera vez una propuesta concreta del gobierno, unos veinte días antes de que expirara el plazo. Una propuesta que estaba lejos de nuestras expectativas, pero sobre la cual pudimos empezar a trabajar en un ida y vuelta que ya tuvo varias reuniones bilaterales con el ministro del Interior y el de Hacienda. En esas reuniones hemos logrado avanzar en algunos aspectos, haciéndola más atractiva para la provincia. Nos queda ahora un punto fundamental de discusión que tiene que ver con la actualización de los bonos, porque entendemos que un bono en pesos sin actualización devalúa el capital en un régimen inflacionario. Si supusiéramos que no va a haber más inflación, esa cláusula no sería definitoria. Pero en un escenario como el que estamos viviendo es una condición fundamental para el acuerdo. Planteamos también que vamos a requerir un acuerdo legislativo sobre ese consenso.
—¿En qué consiste el acuerdo?
—El pago de la deuda es sólo en bonos. Como el monto que se reconoce es el más bajo de los que se podrían pensar y el bono es a 12 años y tiene tres años de gracia, el ofrecimiento es compensar a la provincia con la ejecución de 54 mil millones de pesos, que es la cifra que habíamos reclamado, en obras a ejecutar en tres años: 2019, 2020 y 2021. Son obras que ya la Nación había dicho que iba a hacer. Son obras de ejecución nacional, pero objetivamente primero son obras muy importantes para la provincia. Estamos hablando de la ruta 33, la ruta 34, los accesos a los puertos, la AO 12, la conexión vial entre Santa Fe y Paraná. Son obras muy buenas para todos los santafesinos que, si se ejecutan realmente, generarían un impacto de movimiento económico y de empleo muy importante. A la luz de lo que está pasando en el país, seríamos los únicos que tendríamos ese volumen de obra pública. Si se cumple. Por eso hemos planteado saber qué garantía tenemos de que efectivamente van a hacer semejante cantidad de obra pública. Hicimos una contrapropuesta para tener una garantía y, en principio, eso está aceptado. En síntesis, nos hemos ido acercando a un acuerdo que nos parece razonable. No es la plata en la mano, pero es un acuerdo razonable teniendo en cuenta la situación del país. Nuestra idea es ver si en las próximas semanas logramos cerrar definitivamente ese acuerdo. Si no se diera, seguiríamos el camino de la Corte.
>>> Aumento de la energía: «Se debió haber morigerado el impacto en las tarifas»
—¿Qué se puede hacer desde la provincia para atenuar el impacto del aumento de tarifas?
—Estamos a la expectativa de lo que defina el Congreso nacional y también el propio gobierno en relación al régimen tarifario, fundamentalmente el del sector eléctrico, que es el que más ha impactado sobre el bolsillo de los usuarios. También allí tenemos diferencias, que le planteamos al ministro de Energía, en el sentido de que tenía que ser un proceso más gradual. Ellos nos argumentan que esto ya lo habían planteado y que nadie se puede sorprender porque se discutió en el 2016. Y eso es verdad, pero cuando se discutió ese calendario de incrementos de tarifas el escenario que se preveía para el 2018 era muy distinto del actual. Ni las previsiones de inflación ni de crecimiento se han dado. Pero sí se siguieron aplicando aumentos de tarifas que afectan a los sectores productivos pequeños y medianos cuyas ventas no se han incrementado y en muchos casos han caído. El gobierno debió haber morigerado el impacto en las tarifas. De nuevo se priorizó la reducción del déficit por sobre cualquier otra circunstancia. Como contrapartida, ese incremento de tarifas está impactando sobre la actividad económica. Nosotros desde la provincia tenemos pocas herramientas para intervenir. Hemos dispuesto una bonificación del diez por ciento para el sector pyme industrial, una refinanciación con tasas mínimas de las deudas, ampliamos la tarifa social a una franja mayor de usuarios, estamos buscando financiamiento para el plan de inversiones de la EPE para detraer de la tarifa la parte de la inversión en obras. Pero nada altera el grueso del incremento.
>>> Política y elecciones: «Al progresismo le falta armar un equipo como el de Sampaoli»
—¿En qué lista de candidatos se ve en las elecciones del año que viene?
—En principio, el año que viene hasta diciembre voy a ser gobernador seguro. La tarea de ser gobernador me lleva mucho tiempo de gestión. Queremos cerrar un ciclo exitoso, concluir una gran cantidad de proyectos y dejar una provincia en marcha. En cuanto a la política, voy a seguir trabajando activamente en Santa Fe para acompañar el proyecto del Frente Progresista, que sigue teniendo mucha vigencia. En este nuevo escenario del país una propuesta alternativa al peronismo y a Cambiemos empieza a tener cada vez más espacio, y Santa Fe es el único lugar del país donde esa propuesta existe y donde se puede «tocar» porque hay una gestión de gobierno. Por eso el proyecto santafesino adquiere mayor vigencia. A nivel nacional empieza a haber interés por saber qué rol vamos a jugar. Así como Cambiemos irrumpió en el escenario político como una expresión que vino a mover el tablero y a expresar una mirada de un sector de la opinión pública, Argentina no puede volver de nuevo al viejo peronismo, kirchnerista o no kirchnerista. Eso sería volver para atrás. Para balancear a Cambiemos, Argentina necesita una propuesta progresista organizada, confiable, con experiencia de gestión y que pueda constituirse en una propuesta competitiva a nivel nacional. Las condiciones están dadas. Falta armar el equipo, como el que armó Sampaoli. Nosotros estamos atrás, recién estamos viendo con qué jugadores. Pero si se arma el equipo y se juntan los once, estamos para hacer partido.
—¿Va a encabezar la lista del Frente Progresista para la elección de constituyentes?
—No lo hemos ni siquiera analizado. Si vemos que avanza el proyecto y que se vislumbra la posibilidad inmediata de sanción de la ley, en tal caso, todos los partidos tendremos que empezar a analizar quiénes serán los candidatos. Algunos suponen que voy a ser candidato en una elección de constituyentes, pero ni siquiera se me ha cruzado por la cabeza. Tal vez sea conveniente que las listas estén integradas por gente de perfil más técnico, representantes de la sociedad civil. Es una oportunidad para los partidos políticos de abrir la jugada, de invitar y convocar a extrapartidarios. Será un tema que lo discutiremos una vez que se apruebe la ley.
—¿Conoce la analogía futbolística que dice que así como ni a Italia ni a Brasil ni a Argentina la dejarían participar del Mundial cuando ya está afuera, a usted no le van a dar la posibilidad de la reelección porque es competitivo?
—Seguramente eso está en la cabeza de los que potencialmente son candidatos para jugar ese partido en la provincia de Santa Fe. También es cierto que aquellos que se consideran buenos tienen que medirse con los mejores. Eso es real. También es cierto que una elección de constituyentes puede ser una oportunidad y puede ser un riesgo. Para quien está en el gobierno y para quien está en la oposición. Nadie tiene asegurada la elección de constituyentes, que es distinta. Es una elección de riesgo para el gobierno y es de riesgo para quienes participen desde la oposición. A la vez es una muy buena oportunidad para todos.
>>> Violencia y homicidios: «Vamos a tener la batalla contra la inseguridad por muchos años»
—¿Qué pasa con la inseguridad, que cada tanto nos recuerda que es un tema que sigue pendiente?
—Es una batalla que la vamos a tener por muchos años en la Argentina, y que lógicamente no tiene una solución definitiva, pero sí tiene escenarios de mejoramiento o empeoramiento. Veníamos transitando un escenario positivo en los dos primeros años de nuestra gestión hasta fines del año pasado. En todos los indicadores de inseguridad y violencia veníamos con disminuciones muy importantes. Salvo en homicidios, en el resto de los indicadores de inseguridad estamos por debajo de la media nacional. A excepción del indicador de homicidios, que se disparó desde fines del año pasado y los primeros cinco meses de este año. Con un fenómeno muy focalizado en los conflictos entre bandas dedicadas al narcotráfico. El narcotráfico está detrás de los fenómenos de violencia, y allí nos encontramos con una limitación para operar sobre estos grupos que son acotados, un universo relativamente pequeño de personas involucradas cuyo delito más importante y rentable es el narcotráfico, pero que también hacen robos, usurpaciones, enfrentamientos, generan homicidios. Pero su negocio principal, el que les da de comer a todos, es el narcotráfico.
La Capital