El gobernador trazó una mirada sumamente crítica de la gestión Macri y la diferenció de su administración. No descarta una candidatura a presidente de la Nación. Bonfatti y el Frente Progresista.
De regreso desde Asunción, a Miguel Lifschitz le sorprende, y le duele, que en otros países con menos capacidad de producción y riqueza la situación económica sea mejor que en la Argentina. «Me pasó en Paraguay y Bolivia, que los empresarios de esos países se conduelan de la situación de Argentina. Y da un poco de bronca que dejemos pasar oportunidades», suelta el gobernador.
Ya sin reforma constitucional ni posibilidad de otro mandato a la vista, Lifschitz traza un oscurísimo diagnóstico sobre la marcha del Ejecutivo nacional, y asesta una crítica tras otra al gobierno. «Tiró por la borda lo que había cosechado en las elecciones legislativas de 2017. No solamente el capital electoral, sino las expectativas que se habían generado. En los votantes de Cambiemos y en muchos que, sin haber votado a Mauricio Macri, pensábamos que, al menos en la economía, iba a poder ordenar y estabilizar», mensura en una entrevista exclusiva con La Capital.
Al jefe de la Casa Gris no le sorprende la falta de opositores con un plan alternativo al gobierno ni la falta de protagonismo de quienes quieren encarnar una propuesta electoral. A la vez, sostiene que la provincia está mejor preparada que otros distritos para aguantar la crisis de la economía. Sin embargo, admite que los problemas de la macroeconomía van a impactar.
Lifschitz no oculta sus intenciones de que haya una competencia plena en las primarias del Frente Progresista y revela que le gustaría ser candidato a presidente de la Nación. Sin embargo, ahí se planta y no avanza más en la respuesta.
«Antonio Bonfatti, quien tiene alto índice de conocimiento, es una referencia política ineludible, pero no puedo asegurar que sea el único precandidato a gobernador», refiere en relación al probable sucesor en la provincia, si es que gana el oficialismo.
—¿Qué le sorprende más, la caída del gobierno nacional en la gestión o la falta de una alternativa opositora?
—La falta de protagonismo de la oposición no me sorprende, porque no es nuevo. Hay falta de liderazgo, de proyectos alternativos. Esto viene ocurriendo desde que asumió Macri. Sí me sorprende que el gobierno nacional haya malgastado su capital político de manera imprevista y acelerada. Tiró por la borda lo que había cosechado en las elecciones legislativas de 2017. No solamente el capital electoral, sino las expectativas que se habían generado, no solamente en los votantes de Cambiemos sino, incluso, en muchos que sin haber votado a Macri pensábamos que, al menos en la economía, iba a poder ordenar y estabilizar. Nada de eso ocurrió. No vamos a tener ni inflación baja ni tres puntos de crecimiento. La recesión se va a extender a todo el 2019. Y Argentina no tiene experiencia de recesión profunda a la par de inflación alta. El escenario es preocupante.
—¿No es más parecida la situación económica a la del gobierno de Alfonsín que a otro momento del país?
—Este gobierno se está pareciendo demasiado al segundo gobierno de Menem. Lo hace al tercer año. Es un proyecto político y económico que se agotó rápidamente, que no encuentra herramientas económicas, carece de relato y no tiene narrativa para recuperar la confianza de los ciudadanos.
—¿La provincia tiene espalda para aguantar la crisis económica? En ese sentido, habrá una posición ventajosa por las expectativas depositadas en la producción agropecuaria.
—Posiblemente aguantemos mejor la crisis que otras provincias, tenemos un poquito más de espalda, pero lógicamente no somos una isla y los problemas nacionales de la macroeconomía nos van a impactar en nuestro territorio, igual que en el resto del país. Voy a intentar sostener la obra pública, que es inédita para Santa Fe y para cualquier otra provincia. Cuando yo termine mi gestión habremos invertido casi 80 mil millones de pesos en obra pública. Hoy hay más de veinte mil familias que reciben un sueldo a fin de mes gracias a la obra pública. A pesar de que el empleo cae en todos lados, acá, en la provincia de Santa Fe, creció en el rubro de la construcción. Y voy a mantener la inversión en seguridad, educación y salud pública, por lo que habrá que rediseñar el presupuesto de acuerdo a la nueva realidad.
—El gobierno nacional está en mora desde el 31 de marzo con la deuda por coparticipación. ¿No es hora de que la provincia vuelva a recurrir a la Corte Suprema por el incumplimiento?
—La propia Corte, en su sentencia de 2015, ordenó un acuerdo entre las dos partas respecto del monto y de la forma de pago, y eso se fue prolongando. Incluso, en el consenso fiscal se incorporó una cláusula que tampoco se llegó a cumplir. No estábamos demasiado lejos. Pero, ahora, retrospectivamente, me alegro de no haber llegado a un acuerdo. Hubiera quedado totalmente desactualizado en este escenario de la economía. Vamos a elevar una nueva propuesta, actualizando los valores y proponiendo otro tipo de formato para el pago de la deuda. Lo que veníamos conversando perdió sentido y es descabellado. Todo vale por lo menos el doble.
—¿Pero no descarta recurrir a la Corte?
—Es que nunca nos fuimos de la Corte. Pero cuando veamos que es absolutamente inviable llegar a un acuerdo le diremos a la Corte Suprema que resuelva de manera definitiva. Más tarde o más temprano vamos a tener el resarcimiento que nos corresponde.
—¿Observando este desierto opositor, no le dan ganas de lanzarse con una candidatura presidencial, tratando de cerrar acuerdos con la centroizquierda?
—Me gustaría que aparezca una alternativa, no sólo superadora del macrismo, sino de los 35 años de democracia que se han registrado en el país. Aun la de Raúl Alfonsín fue una gestión que terminó en una profunda crisis económica y social que le hizo dejar el gobierno unos meses antes de lo que establecía el cronograma. Hay países que tienen muchísimo menos que nosotros y tienen metas razonables de crecimiento, baja inflación, progreso social. Es el caso de Paraguay, Uruguay, Bolivia, Chile. Me da una gran impotencia que no seamos capaces de construir un país razonablemente desarrollado, progresista y estable. Me gustaría ser parte de un proyecto de esas características.
—¿Será candidato a presidente?
—Nadie que esté en política puede decir que no le gustaría ser candidato a presidente de la Nación . Pero tampoco tengo una aspiración de poder personalista. Me gustaría que hubiera masa crítica para construir una alternativa. En este país hay que recurrir a hombres y mujeres de distintas trayectorias políticas, que provengan del socialismo, del radicalismo, del peronismo, hasta de Cambiemos. Pero se necesitan dirigentes que hagan autocrítica y se proyecten para un proyecto alternativo. No parece posible, aunque a veces sucede lo imposible cuando alguien enciende una llama. Y hay que convocar a gente independiente e intelectuales. Pero todavía los referentes de la política argentina están lejos de esa posibilidad de construir algo nuevo, diferente, progresista.
—¿El candidato a gobernador del socialismo es Bonfatti?
—El partido, en su momento, va a definir sus candidatos, y también el Frente Progresista, que es una coalición de ocho partidos. Queremos ampliarlo, para que se sumen otros dirigentes y sectores sociales. Eso requerirá de ciertos acuerdos al interior del Frente Progresista. Obviamente, uno de los posicionados es Bonfatti, quien tiene altísimo índice de conocimiento, fue gobernador y es presidente de la Cámara de Diputados. Es una referencia política ineludible, pero no puedo asegurar que sea el único. Tal vez el radicalismo tenga otra propuesta, otra alternativa.
—¿Y usted ayudará a una victoria de Bonfatti traccionando desde una candidatura a diputado provincial?
—No creo demasiado en esas cosas. Los candidatos son los candidatos. Los votos no se trasladan, para nada. Pero, obviamente, que voy a acompañar a los candidatos del Frente. No creo que los votos que yo pueda tener se puedan trasladar a otros candidatos. Pero yo soy un militante y no voy a dejar de apoyar al Frente Progresista.
—¿Los problemas que tiene Macri con la economía son los problemas que usted tiene con la inseguridad?
—No creo que ese sea el escenario, o la comparación. El problema de Macri no es sólo la economía, es también la política, lo social, la salud. No cumplió con lo que dijo. Yo cumplí con lo que dije que iba a hacer. Todo lo que dije lo hemos hecho. Tripliqué la obra pública, terminamos los hospitales de Binner, priorizamos la obra pública, apoyamos el trabajo y la producción, los trabajadores mantuvieron la calidad del salario. En materia de seguridad no tenemos resultados espectaculares para mostrar porque es un tema más complejo y porque es un fenómeno que depende también de la situación socioeconómica, con lo que pase con el narcotráfico en el país, la actuación de la Justicia federal. Aun así, si miro objetivamente la situación al inicio de mi gestión, y la miro hoy, a nadie le puede caber la menor duda de que hemos mejorado. Quizás no todo lo que hubiéramos esperado o lo que algunos piensan que debe mejorarse. Soy el primero en ser exigente, pero hemos avanzado muchísimo.
—¿Y en qué punto están las investigaciones por las balaceras a las fachadas de edificios institucionales o vinculados a personajes del Poder Judicial?
—Se están terminando las investigaciones por las balaceras a fiscales y jueces, con un esclarecimiento casi total de los hechos. Le comento que todas las organizaciones que operaban en la ciudad están desarticuladas y desmembradas. Eso no quiere decir que no sigan habiendo fenómenos de violencia ni que no sigan actuando algunos componentes. Incluso desde la cárcel.
—¿Dónde quiere que se juegue el clásico Newell’s-Central?
—Las que deben definirlo son las autoridades de la organización y de los clubes. En el caso de que se juegue el clásico en la provincia de Santa Fe pondremos todos nuestros equipos de seguridad y tomaremos todos los recaudos para garantizar la seguridad de los concurrentes y de todos.
—Los senadores provinciales piden una ratificación o rectificación suya de los cuestionamientos. Les dijo «extorsionadores».
—Estaba hablando de política, no de un delito de carácter penal. Cuando uno tiene una mayoría legislativa puede imponer leyes y políticas. Y cuando uno tiene minoría, como nosotros, quedamos a merced de esa mayoría circunstancial. Fue un discurso interno, y yo dije que aspiraba a que el Frente Progresista tenga mayor peso en la Legislatura. Es el juego de la política.