El mandatario provincial aseguró que cuando se vaya el 10 de diciembre cederá una administración con cuentas claras y «muchos proyectos».
El gobernador Miguel Lifschitz aseguró ayer que el 10 de diciembre próximo, cuando le traspase los atributos de poder al peronista Omar Perotti, dejará una provincia «ordenada y prolija». Además, consideró como algo lógico y razonable que la administración entrante solicite un estado de cuenta a la Auditoría General de la Nación (AGN). También dijo que en los próximos días sus ministros responderán a la información solicitada por el equipo de transición que designó el rafaelino.
Las declaraciones del gobernador se produjeron un día después de la primera reunión formal por la transición que mantuvieron el ministro de Gobierno, Pablo Farías, con los delegados de Perotti: Rubén Michlig (ex ministro Coordinador de la gestión de Jorge Obeid), el diputado provincial Roberto Mirabella, los senadores Armando Traferri y Alcides Calvo y la diputada provincial electa Silvina Frana.
En esa reunión, donde abundaron los gestos de «civilidad», los peronistas llevaron un pliego de requerimientos para que la administración actual informe sobre el «estado del Estado» provincial.
«Los ministros de Gobierno (Farías) y de Economía (Gonzalo Saglione) en los próximos días responderán las informaciones solicitadas. Algunas ya están publicadas en la página web de la provincia. Otra se va a brindar de acuerdo a lo que hemos pactado», dijo ayer Lifschitz a la prensa, luego de un recorrido de las nuevas obras que se están haciendo en el Aeropuerto Metropolitano Santa Fe, en Sauce Viejo.
En esa primera reunión, el equipo de transición de Perotti anunció que iba a solicitar una intervención de la AGN para que audite la situación administrativa, económica y financiera del Estado provincial.
Lifschitz le restó dramatismo a esa solicitud y deslizó que no lo tomó como una afrenta política. «Es habitual que cuando hay un cambio de gobierno se recurra a la Auditoría General de la Nación para que todo sea confiable y claro, tanto para el gobierno saliente como para el entrante. Vamos a dejar una provincia ordenada y prolija, con muchos proyectos en marcha», comentó, en sintonía con lo que declaró el miércoles Farías al término de la reunión. «Me parece lógico y es una cuestión de práctica absolutamente razonable», había dicho el ministro de Gobierno.
Es que en 2007, cuando Hermes Binner inauguró los doce años de gobierno del Frente Progresista (FPCyS), ordenó una auditoría sobre el estado en que Obeid dejaba las arcas públicas. En aquella oportunidad, el ex gobernador se ufanaba de haber dejada en caja 1.600 millones de pesos. Esa cifra, actualizada, alcanza hoy a más de 24.000 millones de pesos.
Cuando empezaron los amagues de la transición, Perotti hizo saber, como publicó La Capital el 23 de junio pasado, que le reclamaría a Lifschitz que deje ese saldo en las arcas cuando le traspase la banda de gobernador. Fue el puntapié de lo que se suponía un cambio de mando áspero y complejo.
Pero en la primera reunión formal, esos tambores de guerra se acallaron y primó un espíritu amable y cordial.
Por la dudas, Lifschitz ayer habló de la otra deuda, la que la Nación mantiene con Santa Fe por retención indebida de fondos coparticipables. «Dejamos una deuda a cobrar, seguramente el gobierno nacional que viene lo va a pagar porque hay un fallo de la Corte que se va a dar casi a fin de año, intimando al gobierno nacional al pago de la deuda (a Santa Fe). Es una acreencia que el próximo gobierno (Perotti) va a poder aprovechar».
«Más que herencia, dejamos un legado», dijo también ayer Farías, y agregó: «Queremos poder hacer una transición ordenada y que sea una muestra más de institucionalidad. Hay un leve déficit en las cuentas pero esto es dinámico y veremos cómo llegamos a fin de año. Esta es la provincia con menor endeudamiento de todo el país».
«Es una herencia con cuestiones a favor y en contra, pero tampoco hay que dramatizar», declaró, a su turno, Michlig al hacer un balance de la primera reunión formal por la transición.