La flamante directora gerente del Fondo Monetario Internacional, la búlgara Kristalina Georgieva, y el representante estadounidense en el directorio del organismo, David Lipton, recibirán hoy al ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y al presidente del Banco Central, Guido Sandleris. Pese a las gestiones de la comitiva argentina, no habrá novedades del desembolso pendiente de US$5.400 millones. Lo ratificó ayer Georgieva, al explicar que esperarán a que el próximo gobierno, que descuentan será de Alberto Fernández, dé a conocer su programa económico. «Cuando tengamos eso podemos continuar esta conversación», sentenció. El escenario abre interrogantes sobre la estrategia del Ejecutivo actual para saltar el largo bache entre el 27 de octubre y el 10 de diciembre.
Protocolar, la reemplazante de Christine Lagarde dijo que «el Fondo está totalmente comprometido en trabajar con Argentina». Pero aclaró que antes de iniciar la renegociación del programa stand by récord de US$57.000 millones con el Gobierno entrante, en el marco de una herencia de vencimientos de deuda insostenibles, el organismo está «muy interesado en ver cuál es el marco de política que se establece». Es que un eventual programa de facilidades extendidas, como varios economistas del Frente de Todos proponen negociar, permitiría ampliar los plazos pero también implicaría mayores condicionalidades del FMI.
Con todo, el organismo tiende puentes. En diálogo con la CNN, Lipton afirmó: «Siempre trabajamos con quien gana las elecciones y dirige el país. Buscamos puntos en común. Después de las elecciones, es sensato mirar al futuro y ver qué forma sería buena para promover la estabilidad y lograr que Argentina vuelva a crecer». Pese a las críticas de Fernández al FMI por el ajuste exigido, el número 2 de Georgieva le trasladó las culpas a Mauricio Macri: «El programa argentino fue propuesto por Argentina, lo pensaron ellos».
Si bien ya había descartado novedades para esta semana, Lacunza se mostró ayer esperanzado en que «el desembolso sea en este año porque Argentina cumplió con todos sus compromisos». Algo que luce difícil tras los dichos de Kristalina. El ministro asegura que el país tiene «un problema de liquidez» y no de solvencia (ver aparte), pese a que los fondos especulativos prevén un escenario de default de la deuda con quita.
Lo que más le preocupa es la escasez de recursos con los que cuenta para afrontar los pagos que vencen antes del 10 de diciembre. En menos de dos semanas ya quemó más de la mitad de las divisas enviadas por el FMI para fortalecer las reservas. De los US$7.200 millones, quedan poco más de US$3.000 millones. A eso se suman unos US$12.000 millones de reservas de libre disponibilidad en manos del BCRA.
A los más de US$5.000 millones de vencimientos de deuda no reperfilada pendientes, se suma la sangría de reservas por las intervenciones para contener al dólar, que suma presión pese al control de cambios. En las últimas ruedas, el Central venció más de US$100 millones por día, un número que de sostenerse implicará un drenaje de otros US$4.000 millones hasta fin de mandato, lo que lo vuelve insostenible.
Así, en el mercado esperan un endurecimiento del cepo light después del 27 de octubre, que implicaría un límite de compra menor al actual.