En octubre, el Ministerio de Hacienda apretó el cinturón y realizó una baja de 50,4% real interanual en los subsidios energéticos. El fuerte ajuste fiscal, junto con la privatización de participaciones de Anses en distintas empresas, justificó el superávit primario de octubre. Pero dejó una paradoja: a pesar de incrementos tarifarios de más de 3.000% en electricidad y de más de 2.000% en gas, todavía existe una gran brecha entre los costos de generación y el precio pagado por los hogares.
En pocas palabras: el sacrificio realizado por los hogares, con incrementos tarifarios que multiplicaron los valores de las facturas, no alcanzó para solucionar el problema de precios relativos. De hecho, según la consultora Invecq, en el gas la brecha es del 35% y en la electricidad es del 50%. Eso implica que si el próximo Gobierno tuviera en su agenda la prioridad de ajustar precios relativos y salvar el rojo fiscal por ese camino, como la tuvo Cambiemos, todavía debería aplicar importantes tarifazos.
La consultora Invecq sostuvo: «La corrección de precios relativos iba a ser uno de los activos que esta administración le iba a dejar a la siguiente, sin embargo, todavía hay un sendero de corrección que difícilmente pueda ser contenido. Por ejemplo, a partir de la última devaluación, la brecha para que el precio del gas alcance el equilibrio será del 35%, mientras que en 2015 era del 87%. En el precio de la energía esa brecha es aún mayor: 50%».
Una breve historia del asunto: en 2015 la brecha en gas y electricidad estaba en torno al 85%. Es decir, todo eso era lo que precisaba dejar de ser pagado a las empresas generadoras vía subsidios estatales para que comiencen a hacerlo los hogares vía tarifas. Mientras que el kirchnerismo eligió el déficit fiscal para ponerle ese dinero en los bolsillos a las familias y así alimentar el consumo y la actividad, Cambiemos intentó desandar el camino para achicar el desequilibrio fiscal. La intención era quitarle presión al BCRA y permitirle que afloje con la emisión para reducir la inflación.
El plan original del exministro de Energía, Juan José Aranguren, era achicar la brecha entre costo de generación y precio de las tarifas hasta el 10%, en el caso de la luz. Para abril del 2018 la brecha era de 27%. Todavía hacían falta ajustes. Pero además la devaluación desatada en ese mismo abril complicó las cosas empujando a los costos hacia arriba. El ajuste fiscal terminó siendo como un nadador al que, cruzando el océano, le corrieron la costa. Para Invecq la brecha es de 50% en el caso eléctrico y de 35% en el de gas.
Consultado por BAE Negocios, coincidió el economista de la Undav, Sergio Chouza: «Tengo números similares. La brecha es de 55% promedio en la cobertura de las tarifas de consumidores residenciales y de 60% en las industrias y grandes comercios, para el caso de la electricidad. El proceso de convergencia buscado por Aranguren, desde 15% a 90% a lo largo de tres años dependía de un tipo de cambio moviéndose como los presupuestos esperaban. Pero el 2018 hizo volar eso por los aires, en un contexto en el que en 2017 se había liberalizado el precio del combustible en boca de pozo. Ahí hay una atadura directa entre ese componente inicial en la formación de precios de las tarifas de luz y el valor del dólar».