«Para poder pagar, hay que crecer». Esa fue la síntesis que realizó ayer, durante su discurso de asunción, el presidente Alberto Fernández sobre el modo en que encarará el nuevo Gobierno el problema de la deuda, luego de asegurar que el Ejecutivo saliente dejó al país «en una situación de virtual default». Al respecto, fuentes oficiales le confirmaron que el flamante ministro de Economía, Martín Guzmán, realizará hoy su primer anuncio sobre las negociaciones de cara a la reestructuración de los pasivos. Por la tarde, habría una conferencia de prensa.
Frente a la Asamblea Legislativa, el primer mandatario criticó la política de endeudamiento que desplegó Mauricio Macri, quien amplió el stock de deuda en más de US$100.000 millones en apenas cuatro años, e hizo corresponsables a los fondos especulativos. «El Gobierno saliente tomó una inmensa deuda sin generar más producción con la cual obtener los dólares imprescindibles para pagarla. Los acreedores tomaron un riesgo al invertir en un modelo que ha fracasado en todo el mundo una y otra vez», planteó.
Con todo, convocó al FMI y a los tenedores privados a mantener una «relación constructiva y cooperativa», aunque aclaró: «Para poner a Argentina de pie el proyecto debe ser propio e implementado por nosotros, no dictado por nadie de afuera con remanidas recetas que siempre han fracasado».
La propuesta que le acercó Guzmán a Fernández incluye la suspensión del pago de los vencimientos de capital; un reperfilamiento de los intereses; no aceptar nuevos desembolsos del Fondo, que igualmente no llegarían; y aprovechar el período de gracia para inyectar dinero en la economía a través de políticas que estimulen el consumo. Todo eso en el marco de una negociación rápida en busca de alcanzar un acuerdo voluntario antes que termine marzo ya que las reservas del Banco Central no son suficientes para enfrentar los compromisos más allá del primer trimestre. Los detalles comenzarán a conocerse esta tarde.
La idea base del plan es convertir la principal debilidad del país en un activo a la hora de negociar. Es decir, apelar a la certeza imperante en los mercados de que los casi US$30.000 millones que vencen en el primer semestre de 2020 son impagables para volcar a los acreedores a un renegociación «amigable» (sin quitas agresivas), que les garantice el cobro de sus jugosos intereses una vez reanudada la rueda de pagos.
En esa clave se expresó ayer Fernández: «Vamos a encarar el problema de la deuda externa. No hay pagos de deudas que se puedan sostener si el país no crece».
Vía Twitter, la directora gerente del Fondo lo felicitó por la asunción y manifestó: «Compartimos plenamente sus objetivos de aplicar políticas que reduzcan la pobreza y fomenten el crecimiento sostenible. El FMI sigue comprometido a ayudar a su gobierno en este esfuerzo».
Por otra parte, el Presidente anunció que no dará tratamiento al proyecto de presupuesto presentado por Macri y que presentará una versión propia cuando la renegociación de la deuda haya terminado.