Había sufrido un aneurisma cuando estaba en Buenos Aires con su hermana, donde había ido a pasar el año nuevo.
Es enorme la conmoción entre los colegas docentes que la conocieron ya que Lea era una persona muy agradable, compañera y fundamentalmente siempre tenía una sonrisa dibujado en el rostro.
Verónica, hermana de Lea, la había invitado a pasar juntas el año nuevo en su casa de la localidad de Pilar, provincia de Buenos Aires.
Estaban jugando a dígalo con mímica cuando se descompuso, cayó al suelo y vomitó. Inmediatamente se dieron cuenta que el cuadro era complejo y la trasladaron al Hospital Austral. Allí inmediatamente confirmaron el ACV y le realizaron algunos estudios. Debían operarla de urgencia para aliviar la presión del cerebro, algo que hicieron con rapidez y pasó toda la madrugada del 2 de enero en el quirófano.
Tras la operación la complicación llegó porque comenzaron a fallar varios órganos, entre ellos el pulmón, el corazón y los riñones.
Los médicos decidieron convocar a la familia y prepararlos para un desenlace fatal. El cerebro de Lea estaba muy dañado y poco era lo que se podía hacer para ayudarla a sobrevivir.
Pocas horas después se comunicó la muerte cerebral y solo restaba el momento del fallecimiento, que llegó pasado el mediodía del sábado.