El Gobierno de Brasil planea un “impuesto al pecado”

El ministro de Economía indicó que el gravamen afectará a las personas que por sus malos hábitos alimentarios y de estilo de vida son más propensas a utilizar los servicios de salud

El Gobierno de Brasil ha anunciado este jueves que está considerando la posibilidad de imponer nuevos impuestos sobre aquellos productos como el alcohol, el tabaco o los productos azucarados. La justificación es su impacto negativo en la salud, por lo que la administración denominó la potencial iniciativa como un “impuesto al pecado”.

 

El ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, indicó el gravamen tendría como objetivo de hacer pagar más a aquellas personas que, por sus malos hábitos alimentarios y de estilo de vida, serían más propensas a utilizar los servicios de salud.

 

“Si un tipo que fuma mucho contrae un cáncer de pulmón o tuberculosis, va a tener que gastar con el tratamiento y entrar en el sistema de salud. Se coloca un impuesto sobre el tabaco y ya vemos si las personas fuman menos”, ha justificado Guedes durante su exposición en el Foro Económico Mundial de Davos.

La idea del Ministerio que dirige Guedes es aprovechar esta situación para llevar a cabo uno de los objetivos de su reforma tributaria, el de simplificar y reducir el número de clasificaciones, excepciones y reglas en materia fiscal.

 

No obstante, el Gobierno ya decidió que no elaboraría su propia reforma tributaria, pero sí enviaría ideas y sugerencias a los proyectos que se tratan en el Congreso y en el Senado.

 

En ese sentido, las dos propuestas, que están siendo estudiadas actualmente en ambas Cámaras, ya cuentan con un impuesto específico para desalentar el consumo de algunos productos, entre los que también estarían las armas, además del alcohol y el tabaco.

 

La administración de Bolsonaro ha mejorado su imagen ante la opinión pública en las últimas semanas, mayormente debido a la percepción de que la economía más grande de América Latina está cobrando fuerza.

El índice de aprobación personal de Bolsonaro subió a 47,8% en enero, lo que se compara con la aprobación de 41% de agosto, según una encuesta de MDA publicada el miércoles por la Confederación Nacional del Transporte (CNT). Cerca de 60% de los encuestados señaló que la economía de Brasil mejorará este año en comparación con 2019.

 

Tanto inversionistas como ciudadanos cuentan con una recuperación económica más sólida en 2020, después de años consecutivos de expectativas de crecimiento frustradas. Los niveles de consumo y confianza se han visto beneficiados por una tasa de interés de referencia en mínimos récord y una tibia inflación. Para complicar las cosas, los niveles de desempleo se mantienen en dos dígitos y la informalidad laboral se encuentra en un máximo histórico mientras que las inversiones están rezagadas.

 

Los analistas encuestados por el banco central elevaron sus proyecciones de crecimiento para 2020 a 2,3%, lo que prácticamente duplica el ritmo de expansión del año pasado. Sin embargo, tanto las últimas cifras de producción industrial como de ventas minoristas no alcanzaron las estimaciones, lo que señala que la recuperación sigue siendo desigual.