El Presidente está irritado con la estrategia que desplegó el fondo Fidelity en la negociación con la provincia de Buenos Aires y aseguró en la Casa Rosada que no permitirá la misma estrategia a nivel nacional
Pasada la hora del té, en un salón cercano al despacho presidencial, Alberto Fernández se tomó ayer un respiro y trazó su hoja de ruta sobre la negociación de la deuda externa. El Jefe de Estado no aparecía cansado después de visitar El Vaticano, Roma, Berlín, Madrid y París en menos de una semana, y durante una hora hizo un balance de la gira europea y adelantó su estrategia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los bonistas con títulos soberanos bajo legislación internacional.
Infobae reconstruyó los comentarios y las opiniones del Presidente, mientras la lluvia caía con parsimonia y sus interlocutores tomaban café y comían galletitas de agua y rollitos de jamón cocido y queso de máquina:
“El accionar de Fidelity -el fondo gigantesco de inversión que enterró la negociación de la provincia de Buenos Aires con sus bonistas- fue una necedad. Si Fidelity lo hace otra vez, va a perder mucha plata”, sostuvo Alberto Fernández.
Y remató: “Si insisten con esa estrategia, le va a ir mal. En ese caso vamos a caer en default”.
-¿Cómo esta la negociación con el Fondo? -le preguntaron al Presidente.
-Hemos avanzado mucho. En estos casos, siempre hay dos posibilidades: un Crédito de Facilidades Extendidas o un Stand By. No quiero el Crédito de Facilidades extendidas porque eso implica condicionamientos. Por eso, estamos avanzando en un Stand By, que también tiene sus complicaciones -contestó Alberto Fernández.
Y agregó, apelando a sus años de clases en la Facultad de Derecho: “Lo ideal es que posterguemos el pago de los intereses y del capital por cuatro años. La posición intermedia es que posterguemos el pago del capital, y que paguemos los intereses devengados y una parte de los intereses correspondientes. Y la última, y la más compleja, es que nos pidan los intereses. Esta última es imposible: no tenemos la plata”.
Durante el encuentro con sus colaboradores, Alberto Fernández reveló que la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, ya tiene el plan económico que puede permitir que el pago de la deuda sea sustentable, y se mostró confiado en cerrar un acuerdo antes que concluya abril. “Ese plan nos permitirá que la economía crezca, que podamos exportar y generar divisas. Esa es la idea, y nos estamos acercando a nuestro objetivo”, sostuvo el jefe de Estado.
-¿Estamos cerca? -le insistieron en el cónclave cuando sólo quedaban unos cuadraditos de torta de chocolate.
-Sí. Ellos se dieron cuenta que nuestro plan es más racional que el presentado por Macri. Y si avanzamos como queremos, podremos mejorar el crédito, la producción y el consumo -dijo el Presidente.
Alberto Fernández aseguró que el respaldo explicito de Angela Merkel, Emmanuel Macron, Pedro Sánchez y Giuseppe Conte es clave para cerrar un “un buen acuerdo” con el FMI. Y descartó que esté pensando en solicitar una quita del capital adeudado al Fondo. «No se puede -remarcó- lo prohíbe el estatuto del FMI.
La charla siguió distendida, y el Presidente contestaba todas las preguntas:
-Al margen de Fidelity, ¿cómo está la negociación con el resto de los bonistas con legislación internacional? -preguntaron.
Sus interlocutores sabían que, antes de esa reunión, Alberto Fernández había tenido una larga conversación con el ministro de Economía, Martín Guzmán.
-Con esos bonistas estamos mejor: sobre base 100, estamos al 60 por ciento, diría.
-¿Viajás a Washington para una reunión con Donald Trump? -le preguntaron cuando la reunión estaba concluyendo.
-No tengo problemas en ir. Pero estoy esperando que me invite. Cuando me invite voy -resumió Alberto Fernández.
Alberto Fernández sonrió, y no agregó nada más. El presidente sabe que en Washington hablaron muy bien de él, durante la bilateral que protagonizaron Benjamín Netanyahu y Trump. El premier israelí elogió a Alberto Fernández de una manera que sorprendió al presidente de los Estados Unidos. Y esa manera, apenas un minuto en el Salón Oval, tuvo tanto valor que aceleró la diplomacia informal para que el caso argentino se trate cuanto antes en el directorio del FMI.
El Presidente tiene el dato, pero juró silencio.