¿Se imagina cómo viviría hoy sin acceso a internet? En los últimos diez años el mundo ha experimentado una transformación radical gracias a la generalización de unas tecnologías que a finales del siglo pasado habrían parecido ciencia ficción. Más que un elemento en particular, la variedad de dispositivos y de aplicaciones, así como su facilidad en el uso y su precio asequible para la mayoría de la población, explican una revolución que a ojos de los expertos no ha hecho más que empezar, y que afecta a nuestro ocio, nuestro trabajo e incluso la forma en que nos comportamos.
Todo está en la tableta
Era 2010 cuando un tal Steve Jobs presentó una mezcla de un teléfono de grandes dimensiones y un portátil, con la novedad de que tenía una pantalla táctil. Esto daba origen a las tabletas. Inicialmente se destinaron a un uso más recreativo, pero hoy se utilizan para una reunión de negocios, leer noticias, ver una serie o consultar la previsión del tiempo.
En directo. Ya
La televisión se ha convertido en una pantalla a la que lanzamos imágenes y vídeos que recibimos a través de diferentes dispositivos. El streaming se ha generalizado en los últimos años gracias a plataformas como Netflix. Fue en 2011 cuando la empresa de Reed Hastings decidió dar el salto al mundo desde EEUU. A partir de entonces, la historia es conocida, con la introducción de competidores, como Filmin, Disney y HBO. Algo parecido ha sucedido con la música, con aplicaciones como Spotify o Deezer. El auge de estas plataformas, económicas o gratuitas, según el caso, ha contribuido a reducir la piratería. En la última década ha cambiado la manera de ver contenidos: más a la carta y menos por horario.
La ‘tiranía’ de la imagen
Instagram, creada en 2010, es quizá la red social que más éxito ha tenido en todo el mundo entre las múltiples que han visto la luz en los últimos años. La aplicación, que es propiedad de Facebook, consiste en compartir fotografías, con el secreto de etiquetarlas de una forma bien peculiar. Consecuencia: ha cambiado la forma en que tenemos de viajar, tomar cafés o estar con los amigos. Casi todo se fotografía para ser visto por otras personas.
De todo
La extensión de la navegación por internet con ingentes cantidades de datos a un precio reducido ha permitido el desarrollo de aplicaciones para todo tipo de actividades. El universo online toma cada vez más fuerza y está a la par con el mundo real en acciones que hace pocos años nos habrían sorprendido, como solicitar una hipoteca, ir de compras sin necesidad de salir de casa o jugar en un casino.
En la muñeca
La tecnología ya no es exclusiva de los móviles ni de las tabletas (y mucho menos del ordenador de sobremesa). Relojes y pulseras, como el Apple Watch (lanzado al mercado en 2014) son ejemplos de dispositivos pequeños que también se conectan a la red con múltiples funciones. Muchos ya permiten realizar pagos en comercios, reproducir música, enviar mensajes y hasta controlar todas las constantes vitales.
Trabajar diferente
Quizá usted se gane la vida en una fábrica. Nada queda de aquella imagen de la Revolución Industrial, de fábricas sucias y desordenadas. La industria 4.0 ha comenzado a ser una realidad en la década que dejamos atrás, con un control en tiempo real de los suministros y de las existencias almacenadas. La impresión en tres dimensiones permite desarrollar y producir en serie artículos que hasta ahora parecían imposibles en ámbitos como la medicina.
Ayuda virtual
La inteligencia artificial ha pasado a ser uno de los temas de la conversación global. En 2011 IBM Watson creó un dispositivo capaz de responder a preguntas realizadas con un lenguaje normal. Es un camino que trata de naturalizar la relación entre las personas y las máquinas, que tiene entre sus exponentes a Alexia y a Siri, como asistentes virtuales (de Google y Apple, respectivamente) que igual te explican cuál es el tema más reproducido que te leen el inicio de Cien años de soledad.