La Cámara de Diputados, por decisión de su presidente, Sergio Massa, dispuso que sus 257 integrantes puedan disponer de 100 mil pesos cada uno para destinarlos a «evitar la propagación del coronavirus, brindar asistencia a las zonas más vulnerables del territorio nacional y/o asistir a grupos de riesgo o entidades de la sociedad civil que trabajen con personas afectadas por la pandemia”.
En medios y redes sociales, esa determinación causó revuelo y críticas —la tildaron de medida demagógica y de asistencialismo político— justo en plena crisis económica y con la previsión de que la economía caiga aún más como consecuencia de las medidas para enfrentar la pandemia. Pero ese no sería el punto, porque lo cierto es que estos subsidios no son nuevos, sino que se dan desde hace años: cada diputado nacional dispone de una suma fija anual para destinar a entidades públicas.
Cada diputado puede elegir el destino de ese dinero—que proviene del presupuesto oficial de la Cámara—. La única condición es que se postulan formalmente a una ONG o institución y la Cámara se encarga de realizar las transferencias respectivas. En esta ocasión y con respecto a la situación crítica que se vive a nivel mundial por el coronavirus, la Cámara de Diputados entre Massa, los jefes parlamentarios del oficialismo y la oposición y el ministro de Salud, Ginés González García, decidieron justamente que este año estos subsidios se destinen únicamente a aquellas entidades que estuvieran atendiendo las causas y las consecuencias de la pandemia.
El enojo popular en particular continua y se acentúa hacia legisladores como Carolina Castets, quien representaría al norte santafesino entre los 19 diputados nacionales con los que cuenta Santa Fe. Ella estaría obrando por el sector norte, pero esto no se refleja en sus decisiones, ya que el subsidio especial de 100 mil pesos destinados a frenar el coronavirus, lo destino, como el resto de sus compañeros de bloque al Instituto Malbran y al hospital Garrahan. Esta elección también fue tomada por los bloques mayoritarios. De nuevo pareciese que dios atiende en Buenos Aires, y los recursos siempre se quedan allá.
El enojo de los habitantes del norte ante este caso es mayor porque sabiendo que la situación del norte santafesino, en cuanto a materia de salud y otras, es deficitaria, y que los profesionales de la Salud de centros de atención importantes para la zona, como ser los del Hospital Central de Reconquista, se encuentran en condiciones laborales paupérrimas, desprotegidos de elementos de higiene y seguridad, sin instrumentos básicos para la detección de casos, no solo de coronavirus, sino también de los brotes de dengue que cada vez aumentan; sin aparatología para casos graves; sin personal competente y suficiente. A su vez, el municipio, con pocos recursos, está reacondicionando el viejo hospital central para recibir pacientes con cuadros respiratorios agudos.
Se podría seguir enumerando la falta de recursos sanitarios y de salud, que hacen que esos fondos, hoy destinados en conjunto con otros a instituciones nacionales con asiento en Buenos Aires, sean más urgentes en suelos norteños, donde siempre se supo que la brecha de desigualdad es mayor. Hubiese sido prudente que una legisladora, más aun siendo del norte, deje los fondos en el norte y atienda la situación de su gente.