A través del Ministerio de la Producción, el gobierno impulsa programas de asistencia a centenares de nuevas cooperativas que trabajan en el desarrollo de software, reciclado de residuos, y el cuidado de personas entre otras actividades no tradicionales con alta demanda.
En la provincia de Santa Fe, se está registrando un importante crecimiento de sectores no tradicionales dentro del movimiento de la economía asociativa, como son el cuidado de personas a domicilio, el desarrollo de software y el reciclado de residuos. Se trata de rubros que tuvieron una notable expansión durante la pandemia y otros que van de la mano con los desafíos de la actualidad.
Desde el inicio de la actual gestión provincial, en diciembre de 2019, fueron entregadas 350 nuevas matrículas, siendo alrededor de 1.300 las cooperativas santafesinas, con más de 6 millones de personas asociadas. Tradicionalmente, el grueso de este movimiento se desarrolló en los rubros de la construcción, textil y gastronómico, cuyo crecimiento se sigue fortaleciendo. Sin embargo, la incorporación de más personas al esquema asociativo hizo que nuevas actividades adopten este modelo.
En el marco del acompañamiento de la Provincia al sector, el secretario de Desarrollo Territorial y Arraigo del Ministerio de la Producción, Fabricio Medina, explicó que “cada día nuevos grupos de santafesinos y santafesinas están viendo en el modelo cooperativo un espacio para desarrollarse. Muestra de ello es que en dos años y medio se crearon más de 300 cooperativas que son actores fundamentales del desarrollo territorial y local».
UN RUBRO QUE CRECIÓ POR LA PANDEMIA
De estas nuevas 350 cooperativas santafesinas, 35 están dedicadas al cuidado de personas, un rubro que hasta el momento no tenía mayores registros en el trabajo asociativo, y que creció al ritmo de las exigencias de la pandemia de Covid-19.
Tal como explica el director provincial de Economía Social, Agricultura Familiar y Emprendedorismo, Guillermo Tavernier, “dicho fenómeno habla del importante papel que tienen las cooperativas como respuesta a los desafíos que se presentan”.
Una de estas entidades es la Cooperativa de Trabajo Alma, para el cuidado de adultos mayores y personas con dificultades psico-sociales. Su presidenta, Belkys Vega, explicó: “Somos un grupo de mujeres de 35 a 60 años que nos conocimos en un taller de capacitación sobre cuidados, y se nos ocurrió hacer una cooperativa”.
“Queríamos que todas tuvieran un trabajo, y mediante este tipo de organización siempre tenemos pedidos para cubrir. Siendo una entidad, damos confianza a quienes nos contratan, tenemos monotributo y estamos aseguradas”, prosiguió Belkys, y puntualizó: “Nosotras somos personas adultas a las que nos cuesta encontrar un empleo, y de esta manera pudimos generarlo”.
En el mismo sentido, Lorena Méndez, presidente de Cooperativa de Cuidados, también relató: “Buscábamos generar un trabajo digno y estable, y a mediados del año pasado conseguimos la matrícula del INAES, lo que nos permitió formalizar la cooperativa. En este marco podemos trabajar en equipo, contenernos, y además tenemos más posibilidades de capacitarnos”.
EL IMPULSO DEL DESARROLLO DE SOFTWARE
Otro de los rubros que también tuvo un importante impulso durante la pandemia fue el de desarrollo de software. “Las distintas entidades se tuvieron que aggiornar a la digitalización para mantener su actividad y su servicio, y en ese aspecto el software, a través de los esquemas cooperativos, fue una gran herramienta”, afirmó Tavernier.
Hoy en la provincia existen 25 cooperativas de software, y es de destacar que están conformadas mayormente por jóvenes que buscan espacios de pertenencia participativos en la toma de decisiones.
Una de ellas es la cooperativa de trabajo Tecso, fundada por cuatro amigos, y que, actualmente cuenta con oficinas operativas en otras provincias y Latinoamérica. La integran más de 150 asociados distribuidos en diferentes partes del país y se encuentra transitando un proceso de internacionalización.
Cecilia Beccaria, miembro de Tecso, contó que “el grupo pensaba que las empresas debían responder a estructuras más horizontales, democráticas y participativas, donde el trabajador no quede enmarcado en una relación laboral sino puesto verdaderamente en el centro”.
En este sentido, Beccaria agregó que “una cooperativa con el tiempo se transforma en una forma de hacer y vivir ejerciendo las tareas que nos gustan, más que simplemente trabajar. Cada uno de los que hacemos Tecso es protagonista, todos estamos en la gestión, independientemente de la antigüedad, el rol, o el capital social”.
Siguiendo esta misma línea, Martín Castro de la Cooperativa Rook afirmó que “somos un grupo de personas que venía trabajando en ingeniería electrónica para distintas empresas, y encontramos en el modelo cooperativo una forma de agruparnos horizontalmente para repartir responsabilidades y deberes. Nos parece mucho más justo, y la figura del socio contribuye con la sinergia colectiva”.
UNA OPORTUNIDAD PARA AGREGAR VALOR
Respecto del reciclaje como actividad generadora de trabajo, Tavernier explicó que “el reciclado es un problema en los municipios, pero para las cooperativas es una oportunidad, donde unas personas ven un desecho, otras ven una oportunidad para hacer un negocio, producir un bien, reciclarlo y agregarle valor”.
Uno de estos casos es el de Corre Eco, de Casilda, que recibió su matrícula recientemente, y que decidió tomar la forma asociativa luego de un camino de 10 años en la actividad. Raúl Claudio Frattin, presidente de la cooperativa, comentó que “comenzamos nuestra labor por la preocupación de un grupo de vecinos por el tratamiento que se le daba a los residuos en la ciudad y a raíz de eso fuimos acordando con el Municipio para la división en origen y recolección diferenciada”.
“Luego, con el tiempo, nos dimos cuenta de que necesitábamos más personas para movilizar el caudal de desechos y poder darle un destino. Por eso decidimos hacer la metamorfosis hacia una cooperativa de trabajo, que es la única manera que tenemos los emprendedores que necesitamos mucha mano de obra”, detalló Frattin.
En ese sentido se expresó también Leonel Mendez, de la Cooperativa de Recicladores de Santa Fe, que actualmente cuenta con 60 integrantes. “Nos tropezamos con la idea de formar una cooperativa, ante la necesidad de trabajar, y entendemos que el mayor desafío es la integración de los asociados”, reflexionó.