Hablemos de “el miedo a la mujer sin miedo», frase hermosa y que debemos recordar a diario de Eduardo Galeano.
En la columna anterior hablamos de la culpa que siente la mujer al iniciar una demanda de alimentos, una demanda de divorcio, a reclamar un derecho. ¿Por qué? Porque fuimos educadas para mantener silencio, para resguardar la “familia tipo”, para vivir con miedo, para hablar con incertidumbre y para tener culpa si salimos de esos estándares.
Los tiempos han cambiado un poco, si. Pero hay mucho trabajo que hacer para lograr la equidad que merecemos, como mujeres, como sociedad y como personas en general.
Ese 70% de mujeres no recibe la cuota de alimentos como corresponde, en tiempo y forma, sin tener necesidad de “mendigarlo”. Eso tiene que cambiar.
La responsabilidad de traer hijos al mundo es de ambos progenitores. No es una “ayuda” como muchos lo plantean. Veo cada día mujeres cumpliendo doble rol, dejándose así muchas veces de lado como mujer, como persona. Resignando laburos, estudios, dejando de especializarse en la materia a la que se dedican por el cuidado exclusivo de los hijos, siendo así perjudicadas económicamente y aquí es donde reside la desigualdad en la que vivimos.
Madres abnegadas, al cuidado exclusivo de hijos por irresponsabilidad de la otra parte.
Me pareció lindo traer a colación esta frase tan real de Eduardo Galeano, las mujeres de a poco vamos dejando de lado ese miedo a reclamar nuestros derechos, los derechos de nuestros hijos y a pensar que podemos dejarles a ellos un mundo distinto.