Nadie podía no conocerlo porque era el dueño ficticio de la ciudad. Lo encontrabas en algún rincón de Reconquista, deambulando, haciéndose amigo de la gente, y hasta generando problemas. Tristemente, andaba con una botella de alcohol en la mano, pero supo ganarse el cariño y la comprensión de los reconquistenses.
Uno de sus lugares favoritos era la Plaza 25 de Mayo. Era como su templo. Allí lo apodaron «Tuca» o «Busca tucas», aunque ahora es preferible omitir ese apodo y llamarlo por quien sí es: Damián.
Damián Ojeda tiene 30 años, nació en Las Toscas y se vino con su mamá a Reconquista luego de que falleciera su padre. Se cree -de acuerdo al estudio psiquiátrico- que esto fue el desencadenante de su historia. Haber perdido a su a papá fue un antes y un después. Afortunadamente, hay un después del después.
Desde los 15 años comenzó a vagabundear, salía por horas y volvía por minutos a su casa. Cuando se tardaba demasiado, su madre lo buscaba, hasta que un día no lo encontró más. Desde entonces, entró al mundo de las adicciones, donde estuvo casi 15 años. El resto es historia. Él no era consciente de sus vivencias, no entendía los peligros ni por lo que pasaba.
En 2016, Estela Sosa -trabajadora social- comenzó a investigar quién era, cómo se llamaba, dónde estaba su familia. Lo hacía de manera independiente, hasta que entró a trabajar en el área Desarrollo Social de la Municipalidad de Reconquista y las herramientas de búsqueda se le facilitaron.
Ese año hubo una intervención en Damián: lo internaron en el Hospital, lo bañaron y le dieron de comer. Días después él decidió retirarse voluntariamente. Pero, cayó en lo fácil: en la vuelta a la calle y a las adicciones, tanto alcohol como estupefacientes. Hay que sumar un cuadro de esquizofrenia.
El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer, tiene que destruir un mundo. El pájaro vuela hacia Dios. El dios se llama Abraxas. Demian. Herman Hesse.
Damián había roto el cascarón y descubrió el mundo cruel. Su mundo cruel fue la indiferencia -por años- y el olvido. Después del amor maternal, había una calle despiadada que no abrigaba, no daba un beso ni un abrazo. Damián se armó un nuevo cascarón allí, pero ese no podía romper.
Volvieron a pasar años hasta que Damián se permitió ayudar(se) una vez más. La definitiva. Estela Sosa, Lorena Pérez y personal de Desarrollo Humano lo volvieron a intentar, poco antes de la pandemia, cuando el Coronavirus comenzaba a aparecer en el mundo.
Recuperó su vida y su familia. Se reencontró su madre. Actualmente, y luego de un proceso largo y paciente, Damián se desintoxicó y volvió a su hogar. Asiste al psiquiatra periódicamente y realiza talleres del Centro de Día Municipal. En 2023 votó por primera vez y hasta participó de la Estudiantina Olímpica en pesca.
Estela Sosa le comenta a reconquista.com.ar que cuando lograron contactarse con su mamá, Iris Scarlón, ella lo agradeció porque nunca nadie le había dado importancia. Todo el proceso de Damián fue con Iris, por supuesto.
«Tuvo una regresión mental cuando la vio a ella: fue un niño. Ella lo llamaba ‘Patito’, el apodo con el que lo había criado. Le preguntaba por sus hermanitos. Damián quedó suspendido en su niñez», comentó Estela. Y añadió que: «Fue emocionante y reconfortante. Ella quería a su hijo, pero no tenía herramientas ni recursos. Fue muy lindo».
Atrás quedó Tuca. Volvió a nacer Damián. Ojalá este camino sea definitivo.
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